Tú
no te habías dormido
al otro lado del océano
cuando yo desperté
con tu musgo en los dientes
y la lengua aserrada...
La nieve
había sellado el paño
de aquel cubo y ni la luz
alzaba más allá
del milímetro.
Lejos de los contactos,
los cables, los teclados,
los dedos entumidos,
la tripa amartillada,
millas y millas de cuerda
tensa y enredada tal letanía
buscándote.
Lúbrico e inalámbrico
me puse a rodar
por los rieles de la duela
las maletas vacías
arrastrando los pies
deshoras
hasta que el vecino
desgañitado
despertóme
exigiendo dormir.
(Berlin, Tegel, 6 Marzo, 2006)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario