sábado, 23 de enero de 2010

Acto

Lo arrancas de raíz y grita.
Grito con forma y fuerza de raíz.
El inquilino es así.
Emperrado y correoso y grita.
Grita si se le extirpa de raíz.
Una zarpa que se hunde en las tetillas.
En el ano del estómago y las ingles.
Como raíz se aferra a su terrario.
Como mandíbula a su bocado.
El invasor se prende de la carne.
Desgarra su fibra al extirparse.
Lo sacas de raíz y escupe ligamentos.
Glándulas en jirones y lamentos.
Palpita mientras lo agarras y te agarra.
Lo coges y te coge. Palpitas.
Él te arranca de raíz. Tú gritas.
Grito con flaqueza de raíz extirpada.
El inquilino eras tú.

viernes, 8 de enero de 2010

¡Nada que hacer!

Salgo a soltar las piernas.
Como otros sueltan sus perros.
Otros los pernos sobre el pasto...
Ah, ¡la brisa cargada de navajas!.
En la calle los vagos nos reconocemos.
Dar pasos sin propósito es un arte suave
que se deja notar y sólo están para notarlo
quienes dan pasos sin propósito.
En qué banco detenerse a rebobinar
la lista de los pensamientos,
a calibrar el desfile ocioso que atestiguamos adentro
–retazos de frases y memoria—
con el desfile ocioso que atestiguamos afuera.
Rostros... Ah, ¡cómo imantan el corazón los rostros
con sus parecidos y sus sorpresas!
Caderas jóvenes que inducen
pequeñas fogatas de utopía
y ajetreos y devaneos y conductas
merecedoras de una bitácora
más minuciosa que este rincón de libro.
Nada que hacer y salgo
a cavilar sobre los seres humanos
ignorando el color que por la noche
adquirieron las hojas de las caducifolias
y las palpitaciones que induce la brisa
en los flequillos del pasto.
Ignoro la discreción de los tordos
y solo atiendo sin nada que hacer
a quienes me ignoran... El muro gris
con toda su brutalidad
no podría ignorarme.

(Anotado entre Mitte y Dahlem 11 Okt 06)