tag:blogger.com,1999:blog-15886719638333364982024-02-02T16:12:18.038-08:00Desencuadernadosin lomo, sin espiral, descosidoCarlos López Beltránhttp://www.blogger.com/profile/07762729229280464329noreply@blogger.comBlogger127125tag:blogger.com,1999:blog-1588671963833336498.post-22557563542552776752016-10-18T06:53:00.003-07:002016-10-18T06:53:45.807-07:00(flotsam)<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
algo flota<br />
sobre la ciudad<br />
soso y amenazante<br />
fermentando la escasa luz<br />
los muertos los miles no regresan<br />
nos dejan esto.</div>
Carlos López Beltránhttp://www.blogger.com/profile/07762729229280464329noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1588671963833336498.post-11650648432263451082015-06-17T15:02:00.001-07:002015-06-17T15:02:51.320-07:00<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<a href="http://youtu.be/IeSXso_ADFY">Presentación del libro de Nina Hinke sobre el Instituto Médico Nacional (dos)</a></div>
Carlos López Beltránhttp://www.blogger.com/profile/07762729229280464329noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1588671963833336498.post-59283129953193550992015-06-17T14:36:00.002-07:002015-06-17T14:36:17.490-07:00<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<a href="http://youtu.be/mS4-fHYCTRA">Presentación del libro De Nina Hinke sobre el Instituto Médico Nacional</a></div>
Carlos López Beltránhttp://www.blogger.com/profile/07762729229280464329noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1588671963833336498.post-66312849470004253492015-03-27T17:48:00.000-07:002015-03-27T18:47:58.620-07:00Escuadrón<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">Para estar unas
horas con sus pequeños hijos,<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">Toma la carretera
muy de noche, extenuado.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">Los desvelos en
la obra hacen su travesura<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">Y en una negra
curva se vuelca a la cuneta.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">De las sombras
emerge un escuadrón de niños.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">Sincronizados,
raudos, se adueñan del siniestro.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">Uno entra a la
cajuela. Otro entra a la cabina.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">Mientras dos más
se ocupan del conductor noqueado.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">Por asfixia
rematan lo que el choque hizo a medias.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">En diez minutos
cortos vuelven a la penumbra.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">Llegando a casa
entregan el botín a un adulto.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">Portafolio, laptop,
reloj, cartera, gafas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">Sólo guardan para
ellos los pequeños retratos<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">De tres niños sonrientes y su madre burguesa.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">A partir de
mañana los harán personajes<o:p></o:p></span></div>
De la historia de
hechizos que ilumina sus días.</div>
Carlos López Beltránhttp://www.blogger.com/profile/07762729229280464329noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1588671963833336498.post-89636928213840913872015-02-14T17:20:00.002-08:002015-02-14T17:20:23.392-08:00Semanario<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
Odio que mi vida esté parcelada en semanas<br />
Alvar Torres<br />
<br />
<br />
Los domingos son rancios por su regusto a lunes.<br />
Los sábados los anteceden, anticipan y --aunque ebrios--<br />
ocultan mal su tristeza y pesadumbre<br />
que estropea los viernes.<br />
Ah, la volátil efusividad de los viernes<br />
manchada de origen por la tinta onerosa<br />
de pasado mañana...<br />
Martes, miércoles, jueves de vacío...<br />
<br />
Así el amor,<br />
con sus viernes de encuentro y locuacidad,<br />
tiene sus sábados de efusiva alegría,<br />
veteada de ásperos augurios<br />
y sus domingos serios,<br />
en los que amanecemos<br />
nos miramos a la cara y nos reconocemos<br />
--marcados de ocultas añoranzas--<br />
como los extraños que se desperdirán<br />
el lunes temprano en un andén<br />
del metro cotidiano y no,<br />
no voltearán.<br />
Martes, miércoles, jueves de vacío.</div>
Carlos López Beltránhttp://www.blogger.com/profile/07762729229280464329noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1588671963833336498.post-9520297508251525412014-10-17T11:19:00.002-07:002014-10-17T11:19:18.893-07:00Viento en la Gran Bretaña<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<span style="font-family: Garamond, serif; font-size: 16px;">(La noche del 15 al 16 de octubre de 1987 un violento ciclón extratropical asoló la Gran Bretaña con vientos huracanados que causaron muchos destrozos. Hoy exactamente 27 años después rescato este texto mío que aparecerá en mi próximo libro El Material de los Años, que describe mi experiencia de esa tormenta)</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<span style="font-family: Garamond, serif; font-size: 16px;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<span style="font-family: Garamond, serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<span style="font-family: Garamond, serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;">Menos de un mes después de
llegar a Gran Bretaña tuve mi primer encuentro con el viento. Dormía. Había
alquilado una casa grande en la que iba a vivir a solas una o dos semanas, y
esa era mi primera noche en ella. Entre mi sueño empezaron a trasminarse largos
silbidos, golpeteos arrítmicos y un tenso rechinido oscilatorio. En incipiente terror
fui abriéndome paso hacia las capas superficiales del sueño, y recuperé algunos
hilos de vigilia. Lejos de cesar, los ruidos proseguían y me parecían
altísimos. La casa, me daba la impresión, estaba siendo batida por todos los
flancos por un poderoso norte. ¿En Inglaterra? Todas mis convicciones
convergieron en persuadirme de que algo en mí amplificaba los datos que a mis
oídos llegaban. Recordé haber escuchado sin demasiada atención en el pronóstico
del clima que habría fuertes vientos durante la noche. Con los pocos canales de
conciencia que tenía marchando en ese peculiar entresueño concluí que la
extrañeza del nuevo ambiente estaba actuando en mí como una lente de aumento, y
que una rara fijación inconsciente de esos segundos de televisión filtraba los
sonidos del entorno, destacando los del viento. Sólo un tanto más tranquilo
volví a mi sueño. La noche siguió siendo difícil, llena de presencias sonoras
(la reja de madera que golpeaba, la antena de televisión casi inclinando el
techo) para las que me había fabricado un pequeño colchón-idea que me permitía
seguir dormido. Era como en la infancia: el mundo, de las ventanas hacia
afuera, un espectáculo ilusorio que el alma, bien cubierta por cariño, podía
ignorar. Sólo que sin cariño.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> Sometido por esos días al proceso iniciático (periodo de
silencio e indiferencia) con que Inglaterra recibe al extranjero, a la mañana
siguiente no participé de la ceremonia de comentarios (pasmo en la despereza)
que en comedores y corredores comenzó tras el desayuno. Mis últimas inquietudes
sobre los ruidos que maltrataron mi descanso se habían ido con los remolinos
bajo la rústica regadera. Ni el revoltijo de hojas por todos lados (era otoño)
ni la peculiar animosidad de las voces en los espacios comunes prendieron la alerta
en mí; y no fue sino hasta el mediodía, cuando al cruzar una calle me topé con
un enorme enramaje y su grueso tronco en mi camino, que me incorporé a la rara
inquietud colectiva. Los ruidos, el miedo de la noche regresaron como en un eco
apagado, y junto con ellos un poema de Ted Hughes en el que hacía de su casa un
navío azotado por la tormenta: <i>This house
has been far out at sea all night</i>. Siempre había imaginado al leer esas
líneas una casa sencilla, de madera, sola en medio de campos y enrejados, una
tormenta leve pero muy ruidosa por la cantidad de posibilidades sonoras que un
escenario tal le confiere al viento. Veía al poeta, adentro, engrandeciendo
todo eso con su poderosa imaginación. En un país de huertos caseros, de
naturaleza domada, pensaba, sólo la fuerza interna de un Hughes produce
relaciones meteóricas con ese poderío. El árbol enorme y destierrado me dejó en
la mentira. El poema "Wind" de Hughes es realista, caí en cuenta, y
el sentimiento con el que cierra lo compartimos aquella noche varios millones.
Algunos no vigilantes en la sala y con compañía, sino sonámbulos y solos; pero
igualmente amenazados por el cortejo de ruidos, de sensaciones:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 70.8pt;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> <i> </i></span><i><span lang="EN-US" style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: EN-US;">… Now
Deep<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 70.8pt;">
<i><span lang="EN-US" style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: EN-US;">In
chairs, in front of the great fire, we grip<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 70.8pt;">
<i><span lang="EN-US" style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: EN-US;">Our
hearts and cannot entertain book, thought,<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 70.8pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 70.8pt;">
<i><span lang="EN-US" style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: EN-US;">Or
each other. We watch the fire blazing,<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 70.8pt;">
<i><span lang="EN-US" style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: EN-US;">And
feel the roots of the house move, but sit on,<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 70.8pt;">
<i><span lang="EN-US" style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: EN-US;">Seeing
the window tremble to come in,<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 70.8pt;">
<i><span lang="EN-US" style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: EN-US;">Hearing
the stones cry out under the horizons. <o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Fue ése el primero de muchos árboles
que vi doblegados por el viento en distintos y distantes puntos de la isla, y
en diferentes momentos de la evolución de su tratamiento póstumo. Funcionaron
esos árboles (tirados, levantados por grúas, desramados por sierras, rebanados,
transportados en viejos volteos) durante un tiempo largo como lo habían hecho
poco antes, para mí, los escombros de construcciones derruidas por el temblor
en el Distrito Federal; señales cambiantes que iban marcando el crecimiento de
una distancia con un evento incomprensible, y domándolo de alguna manera,
aceitándolo hacia el olvido.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> Si la fuerza de los vientos en aquel país se parecía a la
de los de mi pueblo en el Istmo, los hombres se comportaban diferente. Sacaban
el perro pasear y el inmenso cadáver vegetal que bloqueaba su camino sólo era
una incomodidad o un pretexto para invadir el pasto. El hablar esos días no era
el habitual: como en el México de septiembre del 85, era terapéutico; pero para
el extranjero, la mayor parte de las vocales venían de los locutores de la
televisión y no de los dependientes de una tienda. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> Tres días después de la tormenta fui a Londres a buscar a
Pedro Serrano; a quien no encontré. Caminé y caminé reencontrándome con aceras
que había dejado atrás a los diez años, con mis primeros grandes amigos, que se
cansaron por lo visto de esperar mi regreso. Busqué entre ellas también a la
joven pareja de morenos delgados y animosos que habían luchado en aquel tiempo,
en el exilio, con la paternidad de cinco. En cualquier momento -tenía la
impresión- dará vuelta en la esquina y se dirigirá hacia mí un grupo familiar
(madre, varios niños de edades salpicadas) cargando bolsas de super, empujando
un carrito y tal vez una carriola, y me daré cuenta de que ahí voy, pateando
piedritas distraído y con todo lo que ya no encuentro. No ocurrió. Kensington
también había mutado.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> Llegué entonces a los parques en donde mi hermano y yo
chutábamos a turnos nuestro alborozo venerante a contraluz y la figura movediza
de nuestro padre, tenue, burlón y
enmarcado por dos troncos y el cielo azul cobalto. Encontré aquellos árboles,
enormes aún a diferencia de tantas cosas que encogieron, pero tumbados sobre
sus lomos con las raíces al aire y jadeantes. Ese viento, en su limpia y atroz
premonición de mi búsqueda, había pasado por delante borrando asideros para mi
nostalgia, soltándome a la desnuda extranjería. He ahí la inhumanidad genial de
los elementos: como las grandes obras de arte, a todos conmueven pero a cada
uno a su manera, íntima, individual. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> De regreso, en el tren, comencé a medio leer poemas de un
libro que acababa de comprar, pues mucho le había visto citar desde mi llegada.
“The Less Deceived”, de Philip Larkin, muerto pocos años antes y unánimente
reconocido por los poetas británicos más jóvenes como el maestro. Casi nunca
leo en secuencia los libros de poemas, así es que tardé un rato en llegar a la
siguiente emboscada del destino; el segundo poema del libro era “Wedding-Wind”,
que tiene un comienzo impresionante:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 70.8pt;">
<i><span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> </span></i><i><span lang="EN-US" style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: EN-US;">The
wind blew all my wedding-day<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 70.8pt;">
<i><span lang="EN-US" style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: EN-US;"> And my wedding night was the night of the
high wind<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 70.8pt;">
<i><span lang="EN-US" style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: EN-US;"> And a stable door was banging, again and
again<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Como en el poema de Hughes,
hay una relación de pareja en el interior que vive en común el asalto de la
intemperie sobre el mundo externo. Lo obvio curiosamente es el segundo nivel;
la calca metafórica, casi épica, del encuentro erótico. Pero en esta joven
mujer, que toma la voz a través de Larkin, encontramos además acceso a la
expresión de una delicada e intensa experiencia individual de reacomodo, de
reconexión con el resto de los elementos. El fuerte viento y todo lo que
acarrea es vivido por ella (no importa si real o metafóricamente) desde una
extraña exaltación contemplativa, magnificado todo por su cambio interior, por
su situación de tránsito. Larkin expulsa, con el viento y sus instrumentos, al
estereotipo de la noche de bodas fuera de su cara manida para obligarnos a verla
como emblema del estupor y la extrañeza ante el cambio, y de la facilitación de
éste por la ternura. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> En el poema, el compañero se levanta y sale a cerrar la
puerta destrancada y ella se queda sola en ese espacio inconquistado (“<i>Stupid in candlelight, hearing rain</i>”), y
ante la ausencia del muelle de la intimidad o la costumbre, y en la
concentración emocional (de lente) en que su tensa sensibilidad se encuentra,
su euforia de ser, ahí, toca todas las partículas de la creación, y Larkin le
presta su apabullante sencillez de modo:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 70.8pt;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> </span><i><span lang="EN-US" style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: EN-US;">...When
he came back <o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 70.8pt;">
<i><span lang="EN-US" style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: EN-US;"> He said the horses were restless, and I
was sad <o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 70.8pt;">
<i><span lang="EN-US" style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: EN-US;"> That any man or beast that night should
lack<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 70.8pt;">
<i><span lang="EN-US" style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: EN-US;"> </span></i><i><span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">The
happiness I had.<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> <o:p></o:p></span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Leí y
releí en el tren varias veces el poema, que prolonga como en una resucitación
la euforia hasta la mañana siguiente. Me enremansé un buen rato en su
enigmático final, que deja pasar por encima de la muerte el valor de esos
momentos, y terminé, cerrando el círculo, en mi nueva alcoba (imagen invertida
del poema: soledad, la hilachas amputadas de una vida detrás, el exterior
amenazante) que en mis temores seguía moviéndose tambaleante, como antes el
tren, sobre una isla que empezó a parecerme desprotegida, expuesta
inocentemente ante los humores de la atmósfera de una manera que no lo están
los continentes. No las casas, sentí, no las ciudades; la isla, como quería
Lezama, está a la deriva. Sin sierras como en mi tierra (una carabela sin
arboladura) que revienten el bulto en embate de ese pesado luchador de sumo,
que es demonio además ágil y transparente, y se bifurca y cuela por las
hendiduras, y te sopla al oído borrando la memoria.<o:p></o:p></span></div>
</div>
Carlos López Beltránhttp://www.blogger.com/profile/07762729229280464329noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1588671963833336498.post-71324170658940958632014-05-26T03:33:00.002-07:002014-05-26T03:40:44.695-07:00Entrega<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
Nos despedimos en gran forma.<br />
<br />
Dos días antes de tu muerte nos bañamos durante horas en la terma.<br />
Abrazados e inmóviles dejamos correr el agua tibia, aromática, porque no había mañana.<br />
Hierbas en el agua y los pulmones. Vapor de alcohol y sales de mar muerto.<br />
Un río de palabras francas y desbordadas.<br />
No quedó nada por decir, memoria ni tierra por perturbar.<br />
Nos levantamos de ahí para secarnos uno al otro recordando veranos.<br />
Para vestirnos uno al otro hasta acabar en lágrimas.<br />
<br />
Nos despedimos en gran forma.<br />
<br />
Un día antes de tu muerte reacomodamos los muebles de la sala para ver al poniente.<br />
Antes de que despertaras lavé con furia el ventanal y animé a las arañas en las macetas viejas a que tomaran agua del alba y luz resplandeciente.<br />
Ya sin palabras nos bebimos el día en las poltronas y una docena de botellas de cava.<br />
Cada una más tibia. Cada una más densa. Cada una más sobria.<br />
Hasta el retorno del sol en nuestra nuca.<br />
<br />
Nos despedimos en gran forma.<br />
<br />
El día de tu muerte ya no quedaba tiempo con qué sellar los labios.<br />
En tu rostro la mariposa rota de mi vida.<br />
En el mío los pólipos púrpura de tu muerte.<br />
Cogidos de la mano bajamos la escalera.<br />
No esperamos a que tocaran a la puerta.<br />
Al abrirla ya estaban ahí los centinelas. Adustos.<br />
No sé si te entregaste o te entregué.<br />
Si te entregamos.<br />
Desde ahí cada paso que doy me aleja de mí misma.<br />
De ese umbral donde los cuerpos...<br />
<br />
Nos despedimos en gran forma.<br />
<br />
Te fuiste para quedarte.<br />
Me quedé para irme.<br />
<div>
<br /></div>
</div>
Carlos López Beltránhttp://www.blogger.com/profile/07762729229280464329noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1588671963833336498.post-56980414542643369052014-05-13T10:33:00.002-07:002014-05-13T10:33:31.644-07:00Serenada<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
¿Cuántas partículas de luna<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Se posan en el agua serenada<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Durante la madrugada?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Ninguna<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Pero la bebo al despertar<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Y me da serenidad<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
El azul de la luna<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
En el torrente<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Que revive mi mente<o:p></o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal">
Y la fecunda.<o:p></o:p></div>
</div>
Carlos López Beltránhttp://www.blogger.com/profile/07762729229280464329noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1588671963833336498.post-40253370780469812402013-06-02T20:09:00.001-07:002014-05-13T10:34:18.518-07:00Días (axioma y corolarios)<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br />
<br />
Para todo día existe alguien para quien ese día es el día más feliz de toda su vida.<br />
<br />
Un día es día si cobija la felicidad de uno.<br />
<br />
El día sobrevive en la felicidad, se atenúa con ella; mueren juntos.<br />
<br />
Hay quien busca su día días y días.<br />
<br />
Otros se alejan, condenados, de su día.<br />
<br />
Cada amanecer arroja su atarraya de resplandor sobre los hombres inermes. Si hay fortuna alguno se enredará, encenderá y será su día.<br />
<br />
Triste es el día que no incendia de uno la felicidad.<br />
<br />
Desgraciado es el día que olvida a quien ha hecho feliz.<br />
<br />
Y más desgraciado es el día que es olvidado.<br />
<br />
Para todo día existe una noche helada que lo espera paciente, agazapada.<br />
<br />
...y de pronto anochece<br />
<br />
<br />
<br /></div>
Carlos López Beltránhttp://www.blogger.com/profile/07762729229280464329noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1588671963833336498.post-54510333977169878992013-05-23T06:41:00.001-07:002013-05-23T06:41:53.881-07:00“Nada es verdad ni es mentira”; o sobre cómo ordeno mis libros <div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br />
<div class="s4" style="text-align: left;">
</div>
<div class="s2" style="text-align: left;">
<span style="background-color: rgba(255, 255, 255, 0);"><span class="s3">No e</span><span class="s3">ntraré en mi biografía temprana.</span><span class="s3"> </span><span class="s3">S</span><span class="s3">ólo diré que tuve </span><span class="s3">al principio </span><span class="s3">muy poco contacto con personas que tuvieran un</span><span class="s3">a biblioteca personal. Mi actitud inici</span><span class="s3">al ante</span><span class="s3"> l</span><span class="s3">os libros fue la sencil</span><span class="s3">la y pragmática de los pocos lectores que había en el barrio suburbano en </span><span class="s3">el </span><span class="s3">que crecí</span><span class="s3">. </span><span class="s3">Hacerse de ellos más o menos a</span><span class="s3">zarosamente, leerlos, compartirlos</span><span class="s3">, guardar uno que otro, conseguir más</span><span class="s3">, leerlos, regalarlos</span><span class="s3">. Mi rareza fue </span><span class="s3">haberme aficionado</span><span class="s3"></span><span class="s3">demasiado a poseerlos</span><span class="s3"> para el p</span><span class="s3">romedio en mi entorno y comenzar </span><span class="s3">a</span><span class="s3"> quedarme con ellos, juntarlos en un rincón,</span><span class="s3"> coleccionarlos. </span></span></div>
<div class="s2" style="text-align: left;">
<span style="background-color: rgba(255, 255, 255, 0);"><span class="s3">No recuerdo en qué momento empecé a pensar en mis libros como una biblioteca personal. Supongo </span><span class="s3">que fue cerca d</span><span class="s3">e los veinte y pocos años y que</span><span class="s3"> me afectó alguna de esas pomposas declaraciones de bibliófilos que sostienen que una biblioteca es un “proyecto de vida”, un diario de vi</span><span class="s3">aje, una obra de arte singular que</span><span class="s3"> </span><span class="s3">sigue </span><span class="s3">el </span><span class="s3">perfil de una personalidad. </span><span class="s3">No que yo aspirara a tanto, pero entendí </span><span class="s3">que </span><span class="s3">es</span><span class="s3">a manía </span><span class="s3">mía de</span><span class="s3">continua y desco</span><span class="s3">ntroladamente</span><span class="s3"> adquir</span><span class="s3">ir libros y no desprenderm</span><span class="s3">e de ellos tenía nombre, y sentido</span><span class="s3">.</span><span class="s3"> Aceptada</span><span class="s3"> la noci</span><span class="s3">ón de que la suma de mis libros</span><span class="s3"> </span><span class="s3">podía </span><span class="s3">llegar a tener</span><span class="s3"> un cuerpo propio</span><span class="s3"> empecé a concebir su crecimiento </span><span class="s3">como </span><span class="s3">el de </span><span class="s3">un todo</span><span class="s3"> orgánico, que iba</span><span class="s3">abultándose</span><span class="s3"> y desarrollándose </span><span class="s3">en mi redor </span><span class="s3">bajo cierta embriogénesis cuyas leyes sólo a</span><span class="s3">mí cabía </span><span class="s3">ir</span><span class="s3"> vislumbrando</span><span class="s3"> poco a poco, sobre la marcha</span><span class="s3">.</span></span></div>
<div class="s2" style="text-align: left;">
<span style="background-color: rgba(255, 255, 255, 0);"><span class="s3">Una </span><span class="s3">experiencia </span><span class="s3">iniciática, que al mismo tiempo rompió mis afanes de </span><span class="s3">adoptar un </span><span class="s3">orden</span><span class="s3"></span><span class="s3">estrecho y </span><span class="s3">conservador entre mis libros, y me liberó personal y hondamente de mucha tensión sicológica, fue descubrir que había libros de tema científico o filosófico que me producían un placer estético grande por su escritura, </span><span class="s3">con independencia</span><span class="s3"> del tema. Como estudiante me enfrenté </span><span class="s3">por sus saberes </span><span class="s3">a Medawar, Haldane, Hofstadter, Thomas Nagel, Quine</span><span class="s3">… pero</span><span class="s3"> me </span><span class="s3">quedé más tiempo con ellos por su arte.</span><span class="s3"> Además de sabios eran literatos. Ahora me suena bobo ese recuerdo pero fue crucial. </span><span class="s3">Dejé de tener pruritos disciplinares y empecé a buscar órdenes entre los libros que reflejaran otras afinidades.</span></span></div>
<div class="s2" style="text-align: left;">
<span style="background-color: rgba(255, 255, 255, 0);"><span class="s3">Cómo se desdoblan, se diferencian y especializan los apartados y las secciones de una colección de libros es una combinación de azar y necesidad. La contingencia de los descubrimientos, hallazgos, recomendaciones, que </span><span class="s3">saltan de </span><span class="s3">mil lugares, frente a las oscuras leyes (en mi caso indeterministas) de</span><span class="s3"> </span><span class="s3">l</span><span class="s3">a atención,</span><span class="s3"> deseo, la intuición y el gusto.</span><span class="s3">Conforme se van agregando libros, que primero se atraen y acomodan en los estantes por afinidades obvias (novelas con novelas, manuales de estilo con diccionarios) las contradicciones y tensiones clasificatorias empiezan hacer su trabajo de constreñimiento y restricción</span><span class="s3">, de moldeo de ligamiento</span><span class="s3">. </span><span class="s3">Se reducen así</span><span class="s3"> las regiones utilizables del “morfo-espacio”</span><span class="s3"> y se van decantando las</span><span class="s3"> trayectorias proba</span><span class="s3">b</span><span class="s3">les de las</span><span class="s3"> improbables o imposibles, según se vayan encarnando ciertos órdenes y descartando y haciendo casi inaccesibles otros</span><span class="s3">. </span><span class="s3">Los ensayos del evolucionista Stephen Jay Gould quieren estar junto a los del médico Lewis Thomas o a los del poeta y biólogo Loren Eiseley, pero no aceptan alejarse demasiado de Montaigne o Hazlitt. Éstos a su vez sienten la atracción de los imanes (o campos morfogenéticos) </span><span class="s3">divergentes</span><span class="s3"> de las literaturas clásicas, francesa y británica. Las cartas de Colón quieren estar entre los libros de </span><span class="s3">viajeros, o entre los de historia de América, cerca siempre de</span><span class="s3"> los cronistas</span><span class="s3"> de Indias</span><span class="s3">, pero algo las tira hacia </span><span class="s3">estar junto a Maquiavelo y otros tratados renacentistas. </span><span class="s3">La a</span><span class="s3">utobiografía de Bertrand</span><span class="s3"> Russell entre sus otros libros (ensayos, </span><span class="s3">filosofía</span><span class="s3">)</span><span class="s3"> </span><span class="s3">acomoda bien</span><span class="s3"> su grosor</span><span class="s3">, claro, pero al menor descuido se escabulle hacia los de historia del siglo XX o</span><span class="s3"> los de literatura inglesa, pasando </span><span class="s3">en el ínterin </span><span class="s3">largas temporadas en mi librerito del buró como relectura estimulante. La </span><span class="s3"></span><span class="s3">poesía, que desde muy temprano</span><span class="s3"> </span><span class="s3">fue un atractor central, tuvo</span><span class="s3">siempre</span><span class="s3"> un nicho diferenciado </span><span class="s3">y protagónico</span><span class="s3"> en mi biblioteca, pero nunca del todo estable. L</span><span class="s3">as subdivisiones iniciales (lengua española, inglesa, francesa, y traducciones del ruso, del a</span><span class="s3">lemán, del japonés, etc.) sufrieron desde si</span><span class="s3">e</span><span class="s3">mpre</span><span class="s3"> deformaciones</span><span class="s3"> por la tensión cruzada que otros criterios entrometen: la antigüedad clásica atr</span><span class="s3">ae a</span><span class="s3"> Safo, a Virgilio, a Lucrecio.</span><span class="s3"> Pero luego é</span><span class="s3">ste luego duerme </span><span class="s3">largos </span><span class="s3">ratos junto a bestiarios medievales, a selecciones de Paracelso y la </span><span class="s5" style="font-style: italic;">Óptica</span><span class="s3"> de Newton. La </span><span class="s5" style="font-style: italic;">Zoonomía</span><span class="s3"> de Erasmus Darwin se alborota por estar junto a Coleridge y junto Lamarc</span><span class="s3">k y </span><span class="s5" style="font-style: italic;">El Origen de las Especies</span><span class="s3">, y unos cien libros de historia de la biología, pero todos no caben si</span><span class="s3">n torsión en el mismo estantero</span><span class="s3">.</span></span></div>
<div class="s2" style="text-align: left;">
<span style="background-color: rgba(255, 255, 255, 0);"><span class="s3">El problema de quien acomoda su biblioteca personal no ha de confundirse con el del bibliotecario: éste último debe aspirar los criterios robustos, y objetivos, de un taxónomo. El primero sin embargo debe encontrar la forma (siempre en proceso y cambiante, en desarrollo) que se amolde, así sea efímera y tentativamente, a su atenci</span><span class="s3">ón y deseo; a su libido lectora, y a su pasión coleccionista.</span></span></div>
<div class="s2" style="text-align: left;">
<span style="background-color: rgba(255, 255, 255, 0);"><span class="s3">Nada más desequilibrante para el </span><span class="s3">(des)</span><span class="s3">orden de mi biblioteca que usar </span><span class="s3">inopinadamente</span><span class="s3">un libro</span><span class="s3"> que ya había encontrado un sitio cómodo</span><span class="s3">. Sacarlo de su lugar (siempre frágil y temporal) siguiendo algún imp</span><span class="s3">u</span><span class="s3">l</span><span class="s3">s</span><span class="s3">o consciente o incon</span><span class="s3">sci</span><span class="s3">e</span><span class="s3">nte, razonable o arbitrario, y ponerse a leerlo un rato para luego acarrearlo a </span><span class="s3">a</span><span class="s3">lguna de las zonas de estancia temporal, de transición consumidor</span><span class="s3">a o clasificatoria. El rincón</span><span class="s3"> </span><span class="s3">nocturno </span><span class="s3">del buró, alguna de las mesas o escritorios</span><span class="s3"> de trabajo, la mesita de apoyo</span><span class="s3"> al lado del sillón de leer. </span></span></div>
<div class="s2" style="text-align: left;">
<span style="background-color: rgba(255, 255, 255, 0);"><span class="s3">Ese trayecto, catalizado por el orden de ideas o</span><span class="s3"> de tareas</span><span class="s3"> en el que esté inmerso en el momento (según lo que escriba o piense en el periodo) hace que el libro desplazado interactúe con otros y se generen vínculos orgánicos, que sólo me importan a mí, entre ellos. Así las crónicas periodísticas de Kafka donde descubro fascinado </span><span class="s5" style="font-style: italic;">Los aeroplanos en Brescia</span><span class="s3"> se ata orgánicamente a varios tomos de biografías de Proust en los que se describe la afición por la aviación de su chofer / enamorado Agostinelli, y a un libro de arte de con reproducciones de cuadros vanguardistas que celebran a Blériot y su travesía de La Mancha, y decenas de otros documentos</span><span class="s3"> de la aviación temprana en Francia y México</span><span class="s3">. Le costará regresar</span><span class="s3"> a ese Kafka al lado de los otros</span><span class="s3">. París solito (memorias, libros de viaje, guías) tiene un pequeño grumo no planeado </span><span class="s3">pero muy atrincherado </span><span class="s3">en una repisa</span><span class="s3">. Como no lo tiene Londres pero sí Darwin.</span></span></div>
<div class="s2" style="text-align: left;">
<span style="background-color: rgba(255, 255, 255, 0);"><span class="s3">Otro gran revulsivo del orden y desencadenador de dramáticos </span><span class="s3">reacomodos y reorden</span><span class="s3">amiento</span><span class="s3">s es la mudanza</span><span class="s3">. E</span><span class="s3">se traumático episodio en el</span><span class="s3"> que inevitab</span><span class="s3">lemente llega el instante en </span><span class="s3">que u</span><span class="s3">n</span><span class="s3">o se sienta apes</span><span class="s3">a</span><span class="s3">dumbrado</span><span class="s3"> (la cara dramáticamente entre las manos)</span><span class="s3"> a meditar el sentido de tanta acumulación, de tanto e</span><span class="s3">x</span><span class="s3">ceso. Es un</span><span class="s3"> punto</span><span class="s3"> de inflexión en el que por una vez uno se pregun</span><span class="s3">ta honestamente si tiene caso</span><span class="s3"> seguir</span><span class="s3">acumulando tantísimo papel, </span><span class="s3">guardando las colecciones enteras de </span><span class="s5" style="font-style: italic;">Scientific American</span><span class="s3"> y</span><span class="s5" style="font-style: italic;">New Scientist</span><span class="s3">, que apilas</span><span class="s3"> desde que es</span><span class="s3">tabas en la carrera, al lado de añadas completa</span><span class="s3">s del </span><span class="s5" style="font-style: italic;">Magazine Litté</span><span class="s5" style="font-style: italic;">ra</span><span class="s5" style="font-style: italic;">ire</span><span class="s3"> y </span><span class="s3">del </span><span class="s5" style="font-style: italic;">London Review of Books</span><span class="s3">; s</span><span class="s3">i todos esos diccionarios y manuales</span><span class="s3"> tienen función cuando</span><span class="s3"> hace décadas que no los tocas ni para desempolvarlos y además</span><span class="s3"> todo eso ya es accesi</span><span class="s3">ble </span><span class="s3">rápida y eficazmente </span><span class="s3">de otros modos.</span><span class="s3"> Por </span><span class="s3">unos minutos te sientes un truhá</span><span class="s3">n, avaricioso, acaparador, torturador</span><span class="s3"> de mudanc</span><span class="s3">eros y, sí también, de tus parejas. Te colma la melancolía</span><span class="s3">.</span></span></div>
<div class="s2" style="text-align: left;">
<span style="background-color: rgba(255, 255, 255, 0);"><span class="s3">Claro que au</span><span class="s3">n así terminas </span><span class="s3">c</span><span class="s3">onserv</span><span class="s3">ándolo</span><span class="s3"> casi</span><span class="s3"> todo</span><span class="s3">, pero la biblioteca nunca vuelve a ser la misma. </span><span class="s3">En</span><span class="s3"> la renovación forzada por el nuevo espacio c</span><span class="s3">ambian los </span><span class="s3">criterios de acomodo</span><span class="s3"> </span><span class="s3">que ya </span><span class="s3">evidencian</span><span class="s3"> </span><span class="s3">su anquilosamiento</span><span class="s3">. </span><span class="s3">Se ha vuelto caduco y contrahecho e</span><span class="s3">so de tener </span><span class="s3">todo lo que se refiere a la</span><span class="s3">s</span><span class="s3"> ciencia</span><span class="s3">s</span><span class="s3"> </span><span class="s3">(ensayo, difusión, biografía) </span><span class="s3">y su historia aparte, lejos de la antropología o las etnografías, y cerca de los libros de texto y de los diccionarios</span><span class="s3">. Y de pronto</span><span class="s3"> los tratados de sicoanálisis o de teoría</span><span class="s3"> literaria</span><span class="s3"> parecen má</span><span class="s3">s afines al creciente</span><span class="s3"> número de escritos historiográ</span><span class="s3">ficos que han pugnado por </span><span class="s3">abrirse</span><span class="s3">espacio en tus libreros sin encontrar bien su lugar. La mudanza ofrece la oportunidad de un comienzo con la tabla si no rasa, si mucho más despejada, como la vida después de una inmensa extinción masiva.</span><span class="s3"> </span><span class="s3">R</span><span class="s3">ecuerdo con ambigu</span><span class="s3">a nostalgia algunos órdenes</span><span class="s3"> d</span><span class="s3">e mi biblioteca en anteriores </span><span class="s3">encarnaciones. El pequeño librero </span><span class="s3">al lado de mi cama </span><span class="s3">sólo con poesía inglesa y norteamericana que fue mi favorito durante mis años de recién casado. Los lomos de Eliot </span><span class="s3">y Wallace Stevens encantándome. O las colecciones de breviarios del Fondo de Cultura que cabían justo en el hueco entre un librero y la ventana.</span></span></div>
<div class="s2" style="text-align: left;">
<span style="background-color: rgba(255, 255, 255, 0);"><span class="s3">No hablaré de la sicología libidinal de la cacería, la compra, la incorporación de los libros al acervo</span><span class="s3">. El proceso de crecimiento</span><span class="s3"> y desarrollo de una biblioteca es fascinante, y para realmente co</span><span class="s3">n</span><span class="s3">ocerlo habría que</span><span class="s3"> llevar un registro diario de las excursiones y asedios por las librerías o catálogos, lo</span><span class="s3">s agregad</span><span class="s3">os</span><span class="s3"> nuevos</span><span class="s3">, su sitio, los reacomodos, </span><span class="s3">las</span><span class="s3">pérdidas y </span><span class="s3">los </span><span class="s3">sacrifi</span><span class="s3">c</span><span class="s3">io</span><span class="s3">s. Siempre exp</span><span class="s3">l</span><span class="s3">icitando honestamente las razones y emociones detrás de </span><span class="s3">cada acto.</span><span class="s3"> Un relato minucioso y honesto que con el tiempo fuese </span><span class="s3">bitácora y relato, lírica y épica de la manía coleccionista y lectora.</span></span></div>
<div class="s2" style="text-align: left;">
<span style="background-color: rgba(255, 255, 255, 0);"><span class="s3">Está claro que es l</span><span class="s3">a bi</span><span class="s3">blioteca personal </span><span class="s3">la que merecería tal </span><span class="s3">esfuerzo de registro, memoria y elaboración. Pues es ella </span><span class="s3">la que sigue puls</span><span class="s3">io</span><span class="s3">nes y decis</span><span class="s3">i</span><span class="s3">ones íntimas, no del todo claras, que </span><span class="s3">tienen un contacto estrecho con la libido lectora y es mantenida en su cambiante evolución por su campo magnético. Y </span><span class="s3">ella </span><span class="s3">debe en mi opinión diferenciarse lo más claramente posible de acervos paralelos, con los que continuamente se roza,</span><span class="s3">llámese</span><span class="s3"> biblioteca de tr</span><span class="s3">abajo</span><span class="s3">,</span><span class="s3"> u otros cúmulos</span><span class="s3"> bibl</span><span class="s3">i</span><span class="s3">ográficos que por</span><span class="s3"> dist</span><span class="s3">intas</span><span class="s3"> </span><span class="s3">razones se agregan</span><span class="s3"> </span><span class="s3">y conviven con la biblioteca, amenazando su naturaleza</span><span class="s3">. </span><span class="s3">Son eso</span><span class="s3">s</span><span class="s3"> otros</span><span class="s3"> libros e im</span><span class="s3">presos </span><span class="s3">superfluos los </span><span class="s3">que</span><span class="s3">, cumplido su efímero propósito, tienden</span><span class="s3"> </span><span class="s3">con justi</span><span class="s3">ca y sin dolor </span><span class="s3">a desaparecer</span><span class="s3"> de nuestro entorno con las mudanzas del espacio y del tiempo.</span></span></div>
<div class="s2" style="text-align: left;">
<span style="background-color: rgba(255, 255, 255, 0);"><span class="s3">En los últimos </span><span class="s3">años, con el</span><span class="s3"> </span><span class="s3">arribo</span><span class="s3"> de mi bibl</span><span class="s3">i</span><span class="s3">oteca a la que probablem</span><span class="s3">e</span><span class="s3">nte será su última, o penúltima morada, me fui dando cuenta de que en</span><span class="s3"> </span><span class="s3">realidad la mayoría de </span><span class="s3">las clasificaciones originarias </span><span class="s3">de mis libros habían dej</span><span class="s3">a</span><span class="s3">do poco a poco de funcionar. Descubrí </span><span class="s3">que</span><span class="s3">, si dejamos aparte la poesía,</span><span class="s3"> la gravitación de mis intereses, y de sus afinidades</span><span class="s3">,</span><span class="s3"> había ter</span><span class="s3">m</span><span class="s3">inado por forjar un vago pero contundente acomod</span><span class="s3">o en dos</span><span class="s3">grandes espacios que </span><span class="s3">no </span><span class="s3">t</span><span class="s3">i</span><span class="s3">enen que ver </span><span class="s3">con los g</span><span class="s3">éneros</span><span class="s3">,</span><span class="s3"> ni con los periodos, ni con las lenguas, ni con las regiones, ni con las disciplinas, o al menos no como rasero básico, sino </span><span class="s3">que </span><span class="s3">todo aquello</span><span class="s3"> sirve solo como elemento sub</span><span class="s3">-</span><span class="s3">clasificador. </span><span class="s3">Entendí que l</span><span class="s3">a principal razón</span><span class="s3"> de</span><span class="s3">trás del orden que había ido</span><span class="s3"> emer</span><span class="s3">gie</span><span class="s3">n</span><span class="s3">do entre</span><span class="s3"> </span><span class="s3">mis libros </span><span class="s3">t</span><span class="s3">enía que ver</span><span class="s3">con mi disposición</span><span class="s3"> lectora ante su contenido, o como dirían algunos teóricos, con el tipo de pacto de verosimilitud </span><span class="s3">(</span><span class="s3">y verdad</span><span class="s3">)</span><span class="s3"> que como lector esta</span><span class="s3">blecía con el texto. Me explico: con el uso y el reacomodo </span><span class="s3">y crecimiento continuo </span><span class="s3">de</span><span class="s3">l número de</span><span class="s3"> mis libros descubrí que éstos tendían a </span><span class="s3">aglutinarse cada vez más en dos</span><span class="s3"> grandes cúmulos</span><span class="s3"> ligados a</span><span class="s3">l</span><span class="s3">compromiso </span><span class="s3">(o la pretensión) </span><span class="s3">del texto de abordar o referir algún aspecto </span><span class="s3">del mundo externo al autor. </span><span class="s3">O si no existía tal compromiso. E</span><span class="s3">s decir</span><span class="s3">, si al escribir el autor se esmeraba por</span><span class="s3"> contar</span><span class="s3">me</span><span class="s3"> o describir</span><span class="s3"> algún aspecto</span><span class="s3">, así fuese muy mediado,</span><span class="s3"> de </span><span class="s3">la realidad, o si por contraste el escrito se mueve en dirección de inventar sucesos o situaciones internas</span><span class="s3"> o ficticias y su autor no obedece a restricciones o constreñimientos ligados a los referentes externos de sus palabras. Me </span><span class="s3">queda</span><span class="s3"> claro</span><span class="s3"> que</span><span class="s3"> el</span><span class="s3"> </span><span class="s3">criterio es </span><span class="s3">pecaminosamente</span><span class="s3">vago, </span><span class="s3">y </span><span class="s3">peligrosamente parecido a la dicotomía sajona entre </span><span class="s5" style="font-style: italic;">fiction and non-fiction</span><span class="s3">. Sé</span><span class="s3">que muchísimos son los </span><span class="s3">textos que </span><span class="s3">no caben en ninguno</span><span class="s3"> de los grumos, o más comúnmente, que tendríamos buenas razones para acomodarlos e</span><span class="s3">n ambos. Au</span><span class="s3">n así</span><span class="s3">,</span><span class="s3">como modo person</span><span class="s3">al de acomodar los libros éste se ha impuesto en mi ánimo casi sin ningún esfuerzo y si</span><span class="s3">n generar grandes dificultades.</span><span class="s3"> Esto porque</span><span class="s3"> </span><span class="s3">en realidad </span><span class="s3">las decisiones de dónde acomoda</span><span class="s3">r un libro o el otro han </span><span class="s3">estado por mucho tiempo</span><span class="s3"> defi</span><span class="s3">nidas por mi estado de atención</span><span class="s3">, por mi sicología lectora</span><span class="s3">. He descubierto así que</span><span class="s3">, salvo la poesía otra vez, </span><span class="s3">tengo </span><span class="s3">dos</span><span class="s3"> formas básicas </span><span class="s3">de abordar lo que otros escriben</span><span class="s3">, </span><span class="s3">que claramente están vinculados </span><span class="s3">a estados de ánimo y de deseo </span><span class="s3">bien diferenciados. Para decirlo simplemente, por qué tipo de texto qu</span><span class="s3">iero y puedo consumir bajo estas</span><span class="s3">diferentes </span><span class="s3">disposiciones o estados de ánimo</span><span class="s3">. Uno de éstos estado</span><span class="s3">s</span><span class="s3">, quizá el más frecuente conforme me hago mayor, me lleva a preferir en un momento algo que me refiera </span><span class="s3">“realidades”, </span><span class="s3">aspectos del mundo</span><span class="s3"> externos al autor, y que éste</span><span class="s3">, para mí</span><span class="s3">,</span><span class="s3"> esté comprometido con poner sus talentos, saberes y capacidades para compartirme su p</span><span class="s3">er</span><span class="s3">cepción, vivencia o lo que sea de esa </span><span class="s3">“</span><span class="s3">realidad</span><span class="s3">”</span><span class="s3">. Por más</span><span class="s3"> </span><span class="s3">subjetivo</span><span class="s3"> o personal que sea el abordaje, o el estilo de escritura, este solo compromiso con dar cuenta de lo exterior, usando la ex</span><span class="s3">p</span><span class="s3">eriencia o la investigación empírica</span><span class="s3">, me atrae y seduce, trátese</span><span class="s3">de</span><span class="s3">l relato de un viaje, de un</span><span class="s3"> experimento científico, de una etnografía, de un episodio histórico doc</span><span class="s3">umentado correctamente</span><span class="s3">.</span><span class="s3"> Los ensayistas que más conservan mi atención, cuando este talante </span><span class="s3">“empirista” </span><span class="s3">domina, son</span><span class="s3"> aquellos que</span><span class="s3"> escriben con los ojos abiertos.</span><span class="s3">. A </span><span class="s3">quienes escriben ensayos </span><span class="s3">con los párpados entrecerrados</span><span class="s3"> </span><span class="s3">los leo </span><span class="s3">sólo </span><span class="s3">cuando por alguna razón se activa el interruptor, y cambio de “eso que viene siendo” </span><span class="s5" style="font-style: italic;">mood</span><span class="s3">.</span><span class="s3"></span></span></div>
<div class="s2" style="text-align: left;">
<span style="background-color: rgba(255, 255, 255, 0);"><span class="s3">En el otro de los estados empiezo</span><span class="s3"> a preferir lo</span><span class="s3"> que se dis</span><span class="s3">t</span><span class="s3">ancia de </span><span class="s3">la “realidad” externa</span><span class="s3">para </span><span class="s3">inventar espa</span><span class="s3">cios de referencia alternativos.</span><span class="s3"> </span><span class="s3">A</span><span class="s3">unque sin duda </span><span class="s3">impregnados de mundo</span><span class="s3">, </span><span class="s3">en ese otro tipo de escritos </span><span class="s3">el filtro subjetivo y</span><span class="s3"> </span><span class="s3">el despliegue </span><span class="s3">creador</span><span class="s3"> </span><span class="s3">del autor</span><span class="s3">son los que domina</span><span class="s3">. Es</span><span class="s3"> </span><span class="s3">el autor, su imaginación, su ego catedralicio que se propone inventar</span><span class="s3"> </span><span class="s3">dominios </span><span class="s3">relativamente</span><span class="s3"> </span><span class="s3">autónomos el que me resulta atractivo (si el autor me convence) o repulsivo (si no lo hace</span><span class="s3">)</span><span class="s3">. Las novelas dominan ahí, claro. Las grande</span><span class="s3">s novelas que se lanzan a </span><span class="s3">rehacer y </span><span class="s3">recon</span><span class="s3">t</span><span class="s3">a</span><span class="s3">r la realidad</span><span class="s3">. Pero también viven ahí las mitologías (de autor colectivo, </span><span class="s3">“</span><span class="s3">espíritu</span><span class="s3">”</span><span class="s3"> de pueblos),</span><span class="s3"> libros sagrados, excursiones fantasiosas</span><span class="s3">. Ramas enteras de la filosofía como l</span><span class="s3">a teología y la metafísica, sob</span><span class="s3">re</span><span class="s3"> </span><span class="s3">todo la metafísica sobreseída</span><span class="s3">,</span><span class="s3"> históricamente superada</span><span class="s3">, que sigue siendo sin embargo fascinante en su prodigiosa inventiva</span><span class="s3">.</span></span></div>
<div class="s2" style="text-align: left;">
<span style="background-color: rgba(255, 255, 255, 0);"><span class="s3">Apenas hice consciente este modo de acomodar mis libros hace unos pocos años. </span><span class="s3">Sé que obedece a prejuicios míos, adquiridos en mis excursiones por las ciencias naturales y por la investigación histórica y etnográfica. Sé que tendría muchas dificultades para justificar razonablemente mis elecciones ante un tribunal exigente de eruditos y lectores. Sé que si algún día se incorpora mi acervo a una biblioteca pública racionalmente ordenada perderá inevitablemente el carácter personal que, mediante esta embriogénesis caprichosa, ha venido adquiriendo.</span></span></div>
<div class="s2" style="text-align: left;">
<span style="background-color: rgba(255, 255, 255, 0);"><span class="s3">Ci</span><span class="s3">erro diciendo que l</span><span class="s3">a sección de poesía</span><span class="s3"> en mi</span><span class="s3"> biblioteca</span><span class="s3">, si</span><span class="s3">e</span><span class="s3">mpre mi favorita</span><span class="s3">, tiene otras reg</span><span class="s3">l</span><span class="s3">as</span><span class="s3">. Es la única porción con un espacio particular reservado a ella. </span><span class="s3">La que más cuido y consiento. Es posible que m</span><span class="s3">i actitud sicológica al leer poemas </span><span class="s3">me haga un súbdito y no un amo en ese territorio. Lo que es claro es que </span><span class="s3">no se empalma con ning</span><span class="s3">una de las anteriores arriba descritas. Es quizá demasiado pronto para saber exactamente por qué me hice a muy temprana edad adicto a ese modo tan especial y anómalo de usar el lenguaje. Me seguiré observando y, si descubro algo notable, se los informaré.</span></span></div>
<div>
<span class="s3" style="font-size: 12px; line-height: 14px;"><br /></span></div>
<br />
</div>
Carlos López Beltránhttp://www.blogger.com/profile/07762729229280464329noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1588671963833336498.post-20919558527494539492013-04-24T11:40:00.001-07:002013-04-24T11:40:48.840-07:00Consulta<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br />
<div class="MsoNormal">
Fui con el dentista de Octavio Paz.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Me explicó paciente que yo no alcanzaba a morder <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
la quinta parte del bocado del poeta.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Depositó con delicadeza un balín de plomo entre mis muelas, aprieta<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
—dijo—y sonrió de que apenas una muesca consiguiera.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
En un frasco tenía el muégano ovalado por Octavio.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
¿Por qué habría de querer un poeta morder tan duro y hondo
una bala?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
—pregunté— y se puso a detallarme cómo el señor también
podía<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
sujetar entre sus dientes por el cráneo a una codorniz,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
sin latimarla, sin dejarla escapar. Apretando lo justo<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
para adormilarla y masticarla después si lo desease.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Fui con el dentista de Octavio Paz (y de otros<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
muchos poetas pelones y ruidosos que mascan<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
clavo y liendres)… ¡Sácame entonces todas las muelas!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
—le pedí— pero sólo me drenó la pus de una canal.<o:p></o:p></div>
</div>
Carlos López Beltránhttp://www.blogger.com/profile/07762729229280464329noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1588671963833336498.post-44781263766951936572013-04-24T11:13:00.002-07:002013-04-24T11:13:41.930-07:00Renqueante<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
La pus<br />
<div class="Body1">
<o:p></o:p></div>
<div class="Body1">
Que es
luz<o:p></o:p></div>
<div class="Body1">
De ayer<o:p></o:p></div>
<div class="Body1">
<br /></div>
<div class="Body1">
Podrida<o:p></o:p></div>
<div class="Body1">
Rellena<o:p></o:p></div>
<div class="Body1">
Socavones
<o:p></o:p></div>
<div class="Body1">
<br /></div>
<div class="Body1">
En mi
cuerpo<o:p></o:p></div>
<div class="Body1">
Camino<o:p></o:p></div>
<div class="Body1">
A tu
costado<o:p></o:p></div>
<div class="Body1">
<br /></div>
<div class="Body1">
Mientras<o:p></o:p></div>
<div class="Body1">
Me brota <o:p></o:p></div>
<div class="Body1">
La
gangrena<o:p></o:p></div>
<div class="Body1">
<br /></div>
<div class="Body1">
De los
pies<o:p></o:p></div>
<div class="Body1">
A te<span style="font-family: "Arial Unicode MS","sans-serif"; mso-ascii-font-family: Helvetica; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">ñ</span>ir <o:p></o:p></div>
<div class="Body1">
El camino<span lang="es-MX" style="color: windowtext; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 10.0pt; mso-ansi-language: #0400; mso-bidi-language: X-NONE; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: #0400;"><o:p></o:p></span></div>
</div>
Carlos López Beltránhttp://www.blogger.com/profile/07762729229280464329noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1588671963833336498.post-11958261666599659422013-04-12T07:35:00.000-07:002013-04-12T07:35:37.165-07:00Poetas Bailando (Paz y Cortázar)<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div>
</div>
<br />
<iframe allowfullscreen='allowfullscreen' webkitallowfullscreen='webkitallowfullscreen' mozallowfullscreen='mozallowfullscreen' width='320' height='266' src='https://www.blogger.com/video.g?token=AD6v5dxftQQxjW2YSZ2VeVdALLkzS6GR92DqKiudNo7yCtfUGwZGuqEU44Im0i7eeyIAmKvWOy7VpjQuO7yNLNffkA' class='b-hbp-video b-uploaded' frameborder='0'></iframe></div>
Carlos López Beltránhttp://www.blogger.com/profile/07762729229280464329noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1588671963833336498.post-27475780721570803452013-04-12T07:29:00.000-07:002013-04-12T07:29:11.531-07:00Pinta<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br />
<div class="MsoNormal">
En el zoológico (por primera vez sin nuestros padres)<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
aturdidos por aquellas primeras risas y roces <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
entre púberes tímidos. Los animales eran la vía <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
para turbar los cuerpos
y esbozar el deseo <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
incipiente. Una parvada de palomas cobró vuelo <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
abruptamente ante el relámpago de un tigre.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Una muy joven no percibió la vitrina y se estrelló <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
a unos centímetros de nuestras caras.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
La forma de su cuerpo (el fractaleo perfecto<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
de sus plumas) quedó estampada <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
en polvo sobre el vidrio…<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Su cabeza ladeada con drama. El pico<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
semiabierto. Su envergadura contorsionada. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Detenida a mitad por el aire que se le solidificó: <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
asesinada por el aire (pensamos sin decirlo).<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
¿Cuánto duró nuestro silencio? <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
¿Qué premoniciones nos congelaron <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
durante cien latidos? La belleza <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
de la filigrana de polvo sobre el vidrio <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
representaba milimétricamente a la paloma intacta y<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
contrastaba brutal con el amasijo destrozado sobre el piso. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Como si la paloma se hubiese tran-<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
substanciado al cristal por el impacto <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
y su carne ya fuese otra.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
La hermosura de nuestros cuerpos jóvenes y ansiosos <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
contrastaba igual con el amasijo torturado <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
de nuestros confusos deseos adolescentes. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Nuestra carne era ya otra entre las nubes que oscurecían.<o:p></o:p></div>
</div>
Carlos López Beltránhttp://www.blogger.com/profile/07762729229280464329noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1588671963833336498.post-44552429999218357932013-03-29T10:55:00.001-07:002013-03-29T10:57:37.352-07:00Cruz y ficción<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br />
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">La ira de Dios fundió <o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">el clavo maduro <o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">que unía nuestros <o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">cuerpos. Otrora <o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">en la tormenta <o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">nuestras carnes <o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">fueron aspas <o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">trabadas, atoradas <o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">por ese hierro. <o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt; text-align: center; text-indent: 0cm;">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">Gozne,
juntura, imbricación granítica, amalgama. Resistió <o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt; text-align: center; text-indent: 0cm;">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">el engarce
la violencia del tiempo y de las palabras enemigas.<o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">Pero arbitrario y ciego Dios lo
fundió de un chispazo.<o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt; text-align: center; text-indent: 0cm;">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">Hoy somos dos
maderos sobre la playa que el monótono <o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt; text-align: center; text-indent: 0cm;">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">embate del
mar <o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt; text-align: center; text-indent: 0cm;">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">va
separando.<o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">Fundido el espolón <o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">que separó tu carne joven<o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">y la fijó a mis caderas, <o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">transidos de estupor, <o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">nos soltamos.<o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">No era ya tú ni yo <o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">el fierro que nos hizo <o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">una cruz de ocho <o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">extremidades.<o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">En tiempos feroces <o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">fuimos ruleta y rueca <o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">sin deber ni temer. <o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">La ira de Dios <o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">fundió el metal. Ay.<o:p></o:p></span></div>
<span style="font-family: "Book Antiqua"; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: EN-US; mso-fareast-font-family: "Book Antiqua"; mso-fareast-language: EN-US;"> Desoldó las almas</span></div>
Carlos López Beltránhttp://www.blogger.com/profile/07762729229280464329noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1588671963833336498.post-79849691905357840722013-03-29T10:53:00.000-07:002013-03-29T10:53:00.561-07:00Punto de fuga (colibrí)<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
Tiembla lo urdido en la hilachas de mi insomnio: <br />
un resabio a dolor, a repugnancia. Una cadena <br />
morosa de proposiciones que fluye <br />
y acerca mi cerilla a sus orillas.<br />
<br />
Entro alelado a desbrozarlo de la madera de los sueños. <br />
A explorar tentaleante vaharadas y veredas. <br />
A oler, gustar, tocar sus aires y sus tierras para azuzar su descuido.<br />
Durmiente merodeo me disuelvo hasta calcar su huída<br />
con el calor menguante de mi dermis.<br />
<br />
La aparición súbita del colibrí lo nombra,<br />
lo sitia y lo sitúa en su fugaz inflamación.<br />
Y lo que dice es esto: que hay algo ahí <br />
que jamás alcanzaré; eso que flota <br />
en el rabillo de mi respiración en el insomnio, <br />
y que no tiene boca.</div>
Carlos López Beltránhttp://www.blogger.com/profile/07762729229280464329noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1588671963833336498.post-19943515412757807562013-03-29T10:51:00.004-07:002013-03-29T10:51:55.094-07:00Fantasías de un hombre ocioso que sonreía en el parque una mañana de invierno<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt; text-indent: 0cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: 14pt;">Poseer
una grúa en Berlín. 40 toneladas.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">Ser
dueño de una ametralladora en Bagdad.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">O de la
cama de Devon Aoki en Nueva York.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">De lo
que cae del cielo junto al cristo del Corcovado.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">Una
aduana en Tijuana. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">Los derechos
de autor de <i>La que se fue</i>. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">Y que
fluya pasta como Papaloapan <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">e
ilumine la vida de tus niñas queridas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">Que te
llamen a diario para cantarte cuentas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">Y que tú
nunca estés pues pasearás ocioso<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">por los
parques de Bagdad, Berlín, Río, <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES;">Nueva
York, Tijuana…<o:p></o:p></span></div>
</div>
Carlos López Beltránhttp://www.blogger.com/profile/07762729229280464329noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1588671963833336498.post-39843737617217476952013-03-01T17:22:00.002-08:002013-03-01T17:22:27.965-08:00Lectura en vivo de Ciudad Erial en plataforma Iceberg<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
http://www.plataformaiceberg.com/ciudaderial.swf</div>
Carlos López Beltránhttp://www.blogger.com/profile/07762729229280464329noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1588671963833336498.post-69739862300311440862012-11-21T10:41:00.002-08:002012-11-21T10:48:42.665-08:00EL AGUA QUE CORRE POR ENTRE LA TIERRA<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br /> <br />
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRxZDKoZJv8rtSmCY_YhZFYhT2klpz-9hR9JQm_F36fdoLGwR22FWk1kttyzPPZJc3uWdI7BUYBHrYhioE2BXr9NIJYvsbyBz4VrWbITy9MqEo9n0jn1lq_eB5ylR9BVmxOkyTNJog2DL6/s1600/Portada+copia.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRxZDKoZJv8rtSmCY_YhZFYhT2klpz-9hR9JQm_F36fdoLGwR22FWk1kttyzPPZJc3uWdI7BUYBHrYhioE2BXr9NIJYvsbyBz4VrWbITy9MqEo9n0jn1lq_eB5ylR9BVmxOkyTNJog2DL6/s320/Portada+copia.jpg" width="240" /></a>=Fragmentos de la Introducción del libro=<br />
<br />
<b>359 Delicados (con filtro). </b><br />
<b>Antología de la Poesía actual en México</b><br />
<br />
<br />
<br />
<br />
Pedro Serrano y Carlos López Beltrán,<br />
(selección e introducción)<br />
<br />
Editorial LOM. Chile, 2012.<br />
<br />
<br />
Este libro se presentará el 29 de noviembre en la casa del Poeta López Velarde<br />
<br />
********<i> </i><br />
<br />
<i> “Life is surprising like that, so in poetry most people do not wish to be surprised especially once they have announced their team and bought their team uniforms”</i> (Maureen McLane, My Poets)<br />
(…)<br />
<br />
<b>El Sudd también existe</b><br />
Entre los prodigios que la geofísica del planeta nos regala, hay uno que calca espléndidamente las trayectorias y trazos de la poesía contemporánea en México, y en especial la particular naturaleza del segmento que decidimos trabajar. Su eficacia para hacer la labor metafórica que requeríamos no sólo nos entusiasmó sino que nos convenció: hablamos del prolongado cauce del río Nilo y, en éste, de un segmento particular que se llama El Sudd. Jorge Luis Borges, en una sabia y astuta descripción, imagina al Nilo como una larga continuidad serpentina, en oposición a la rosa, modular, casi cubista. Pero el ejemplo de “El Golem”, magnífico para explicar el hilo continuo que es todo río, se complica si acercamos la lupa a la realidad de ese río en particular, pues su comportamiento no es todo lo lineal que se pretende, y no todo el Nilo está en la palabra nilo. Como si a la mitad de ese vocablo se encajara una cuña y se dispersaran sus letras, hay un momento en que el Nilo verdadero, en su transcurso, enfrenta una orografía peculiar en la que se desordena y al perder sus bordes se pierde a sí mismo. Esa zona dispersa recibe el nombre de El Sudd. En árabe esa palabra quiere decir “barrera”, y refiere a un ancho tramo pantanoso, insalubre y prolífico, en la región que separa hoy en día a los dos Sudanes. Si más al sur y más al norte es claro el cauce y el caudal del río, allí, por un trecho, se desdibuja su curso. En el Sudd el Nilo se pierde, se divide, se entrecruza, se extiende, se encharca, se marea. Ni hilo, nihil. Sólo después de un lento y penoso recorrido gravitatorio sus aguas se vuelven a juntar, y avanzan de nuevo anchas y caudalosas hasta llegar al delta.<br />
Las crónicas dicen que en el Sudd los mejores navegantes se atascaban, los más abusados expedicionarios perdían la brújula e innumerables excursiones en busca de las fuentes del Nilo terminaron por extraviarse. No obstante, a la hora de trazar los mapas, la mayoría de los dibujantes optaron, dada la indudable continuidad, por hacer como si ese trecho no existiera. Se hacía entonces una cirugía perfecta que unía en el mapa al Nilo Azul con el Nilo Blanco para mostrar el distendido trazo continuo de un Nilo imaginario. Algo parecido ha sucedido con la poesía mexicana. De la misma manera que esos extensos pantanos, indudablemente parte del Nilo Blanco, sirven para separar a las poblaciones musulmanas de las poblaciones animistas y cristianas del Sur, el trazo más o menos notable de la poesía mexicana durante el siglo veinte se pierde súbitamente a mediados de los años setenta, para volver a correr con cierta fluidez con los poetas que empiezan a publicar a partir de los noventa. Ese es el pantanal al que nos referimos y el que intentamos primero ubicar, luego trazar y después de algunas obras de ingeniería, presentar, desempantanado y circulable, ante ustedes.<br />
Se entenderá que hablamos aquí de pantanos no sólo como parábola que permite narrar el curso de esta investigación, sino como imagen tangible de la situación en que nos encontrábamos cuando decidimos avanzar hacia una particular lectura de la poesía en México. Un pantanal es un espacio de aguas someras, turbias, irregulares, de tierras mezcladas, de irrupciones súbitas y desconcertantes desapariciones. Entremedio de tanta proliferación resulta penoso y fútil discernir estrías y catalogar especímenes; no se diga ya imponer nomenclaturas. Es necesario entonces dejarse llevar por lo que surge de las distintas dendritas que van apareciendo. Frente a la diversidad y complicación que este territorio de la poesía en México revela, intentamos seguir las singularidades, dar cuenta de los trazos peculiares, los trasteos únicos y los vericuetos que se nos presentaban. De esta manera, creemos, nos ha sido posible proyectar sentidos tanto río arriba como río abajo de su dilatado curso.<br />
Dicho esto, resulta claro que en nuestros esfuerzos cartográficos no cabe aspirar ni a la definitividad ni a la fuerza normativa. No queremos ni podemos dejar huellas o mojoneras definidas en un mapa poético tan inestable. Es otra nuestra manera, otro nuestro afán. Imaginemos que alguien pretendiera nombrar una por una por una, como vías separadas, todas las hebras de la maraña de cascadas, estanques, fosas, cavernas y rápidos que forman en su conjunto la vasta hidrografía del Sudd. Nos encontraríamos en un territorio todavía más peligroso y con un mapa aún más engañador que el de Bouvard y Pécuchet. Como no buscábamos eso, optamos entonces por seguir sus trazos. Mas que dar nombre a esta o aquella escritura o genealogía nos hemos dejado llevar por los propios poemas, esos peces de piel fugaz, para usar un ejemplo hallado en los orígenes de esta desarraigada estirpe, hasta las desembocaduras naturales, las que la gravedad de nuestra lectura fue eligiendo. De esa manera, a partir de los poemas mismos, reencontramos el hilo que nos había guiado por todo el trazo de generación que rigió “el cordero”, y cruzamos por fin a este lado del espejo.<br />
(…)<br />
<b>Del triunfo de Allende al apagón del 82</b><br />
<b> </b>Esto es lo que sabíamos: algo inédito había cristalizado en la poesía mexicana a fines de los años setenta, coincidiendo con vientos nuevos que comenzaban a correr en Latinoamérica señalizados por la subida al poder del primer gobierno socialista democrático en Chile, que contrastaban con el inicio del enésimo sexenio priísta en México en que se intentaba impostar una actitud progre y tercermunista. Y, después de muchos zangoloteos, hacia 1982, ese algo había dejado de pasar. Lo contaremos fabulando y sintetizando. Hasta antes de 1968 la poesía mexicana parecía correr por un cauce central vigoroso, con pocos y aparentemente endebles cursillos rebeldes que siempre terminaban, daba la impresión, por sumarse al caudal principal. En ese año hubo una terrible ruptura, y la consecuencia más inmediata fue que la fuerza de la corriente ahondó su curso y que los canales laterales se secaron. Daba la impresión entonces que lo que ya antes sucedía simplemente se había acentuado. Los riachuelos que se habían reticulado por la libre prácticamente desparecieron; unos fueron fagocitados, otros se estancaron y/o se secaron, y otros más se hundieron en algún foso y desaparecieron súbitamente de la escena. El pujo del río único se llevaba todo. Parecía que las aguas convergían plácidamente en el pulso común de un yo plural sin una sola sombra. El país había dejado de ser de supermachos y se había vuelto de agachados. Se vivía entonces una asiática época hegemónica, estable, rumiante y parsimoniosa. Todo hacia prever que esa única corriente alterna iba a definir los mil años por venir. Sin embargo, a partir de 1976 el panorama cambió de modo súbito. Como si se tratara de una poza estancada reavivada por la llovizna y el sol, surgió de repente y de ningún lado una muchedumbre de vivarachos ajolotes de distintas especies que convirtieron el plácido flujo de la poesía en México en un salpicadero asombroso, una algarabía orgánica e inorgánica que anunciaba su propia primavera.<br />
Trascurrido el infausto año de 1982, y de nuevo súbitamente, toda aquella juvenil vida pareció apagarse. El duro espejo enterrado de los profetas regimentados regresó para reconquistar sus lares, imponerse otra vez y dominarlo todo. La bulla precoz de las discusiones estimulantes, de los enfrentamientos entre grupos, de la multitud de revistas, hojas y folletos que se topeteaban entre fanfarrias unos a otros dejó de existir. Roger Bartra diría que los ajolotes se escondieron en el lodo interrumpiendo en neotenia su desarrollo para conservar las agallas. Sin embargo el nuevo encantamiento no restituyó el viejo orden. En lugar de ese cauce vigoroso que antes se podía ver desde cualquier ribera, lo que quedó fue ese Sudd del que nos ocupábamos aquí arribita. Un pantanal que al extenderse se comió la ribera misma, y que por eso mismo daba la impresión de ni siquiera existir. Era ahí en donde estábamos, para no perdernos, para no desencaminarnos. A partir de esa fecha, y a pesar de que nada resaltaba, las aguas ocultas no dejaban de moverse. Empezamos entonces un andar dificultoso. Como en las metamorfosis de Nereo, el dios preservador de los ríos dormidos, esas aguas aparentemente aletargadas o segregadas seguían corriendo juntas, pero en una manifestación muy distinta a la que tenían apenas unos cuantos años antes.<br />
<b>Un teodolito para medir el pantano</b><br />
Si no hay cartografía. Si no hay trabajo de exploración, ni testimonio más o menos abarcador, más o menos fiable, ¿cómo iniciar el trabajo de delimitación? ¿Cómo adentrarse en un fluido denso pero disperso e invisibilizado en su mayoría? Hay que empezar por localizarlo. Por definir sus coordenadas, sus contornos. Luego hay que ubicar sus corrientes y flujos, pues a pesar de haberlos sentido y vivido, no es lo mismo buscarlos desde fuera y en toda su extensión y alcance. Descubrir poco a poco sus dinámicas; su mereología y su meteorología. Esto es una pequeña guía inicial para los que deseen aventurarse, hecha por dos viajeros que atravesaron ese marasmo de ida y vuelta. Nuestro teodolito esclarecedor fue la lectura atenta de cada libro y de cada poema. Volvimos a leer a nuestros contemporáneos como cuando nos leíamos a los veinte años. Con lecturas generosas. Con ganas genuinas de que te guste lo que hace cada uno, tu amigo o tu coetáneo o tu contrario. Con deseo de encontrarte representado y reivindicado en su trabajo. Sin dejar que los diablos de la competencia o de las antipatías metieran sus dedos sucios, sus distorsiones entre los textos y nosotros. Con una lectura que soslaya hasta lo posible las trayectorias del afecto o del éxito y se ciñe al cuerpo, a la vivencia de la sola lectura: al espacio desnudo del poema en la página.<br />
De esta manera combatimos también la sensación inicial de incertidumbre y desaseo: ante la carencia de un orden general, de un sentido amplio, de una trayectoria o una malla de trayectorias legibles, convincentes y, sobre todo, comunes, nos propusimos, con la lectura atenta y desprejuiciada de cada poema develar la forma de lo que siempre estuvo ahí subyacente, en los libros arrumbados, opacados, desperdigados, ignorados, oscurecidos, olvidados. Lo que varios centenares de poetas de esta región se habían esforzado por hacer sin obtener mayor visibilidad ni casi reconocimiento, salvo unos cuantos casos, merecidos unos, tristemente explicables la mayoría, principalmente si se les compara con lo que no se ha tomado en cuenta.<br />
Después de terminar este volumen, de leerlo y releerlo, creemos que hemos dado aquí con 359 poemas, <i>359 Delicados (con filtro)</i>, que se sostienen en sus dos pies; en su cuerpo de palabras. En su haz de sonidos y sentidos. Y no en puntales o ganchos externos como poéticas, lugares comunes, estéticas, experiencias, empatías perceptivas o preceptivas. No lidiamos con egos ni con afectos, sino con textos. Detrás de los textos hay egos. Delante hay afectos. Nuestra tarea fue sorteando las opacidades que ambos inducen y encontrando el punto de apoyo arquimedeano desde donde se dispara / apuntala la actividad poética genuina. El sitio que toca la carne del mundo y la hace reaccionar irritable, sensible, bella, dolorosa, triste, entusiasta. Lo que buscamos, cada uno por su lado y luego juntos, fueron poemas. Poemas que no resultará indiferente haber leído. Poemas que algo marcan, mueven, sesgan, muescan, rajan, sajan en el espíritu, en la sensibilidad, en resonancia con lo que hemos aprendido a valorar y a vivir. Poemas que hacen una diferencia en la literatura, y en el lector. No grandes poemas sino poemas grandes, si cabe la sutileza de esta intervención: todo poema es grande si cumple lo que se propone. Si ocupa el territorio que demarca y explora, si lo llena con su cuerpo de palabra y sentido, si ciñe lo elusivo de la vida y lo ancla, así sea tenuemente, a su despliegue en versos, párrafos o palabras solas.<br />
Eso nos propusimos entonces: ir hacia la poesía. Caminar hacia los versos. Acorralar los mejores momentos de la runa. Cercar los instantes privilegiados. No son los nombres de los poetas los que hacen la poesía sino los textos. No defendemos con nuestra selección preceptiva normativa ninguna, ninguna “poética” ni estilística, ninguna temática.<br />
Buscamos con los ojos abiertos la poesía de estos poetas ahí donde ha quedado, en los poemas, en los libros dispersos que forman este Sudd. Lo que nos interesa ante todo es la eficacia del poema. La explosión semántica, estética, emocional que detona el poema al ser leído. Perseguimos el poema que ocupa un sitio material con sus palabras y efectos, y que es un objeto, una máquina, una placenta o una marsupia desde donde se encarna la elocución, la proyección activa, o como hoy se dice performativa. Queremos rastrear el poema que deviene un ente subjetivo, que gravita y sedimenta. Que es sus palabras y es lo que sus palabras hacen, detonan, desencadenan.<br />
Buscamos poemas que definan, funden, establezcan un dominio. Que lo demarquen y conquisten línea a línea con sus versos. Que nos lo cartografían y revelan. Y que luego nos permiten medrar ahí, morar ahí sin que el sitio se desfonde, hunda y desvanezca. Poemas que sean su propio mérito, su territorio real y tangible de palabras, sonidos y significados. Poemas cuyo tema sea establecerse como dato objetivo, como hecho real y tangible. Que el tema se cumpla cuando el poema se cumpla. Ni poemas obvios ni oscuros e indefinidos como marca de la casa. Ni poemas jabonosos ni prosaicos como argumento de exclusión. Poemas sorprendentes pero cabales. Que colman su espacio de sentido y forma. Que cumplen las expectativas anticipadas y aun así sorprenden. Que vienen de ningún lado, aparentemente.<br />
Dependimos así de los poemas y de la red de poetas que desentrañamos ubicados en ese Sudd espaciotemporal. Muy pronto corroboramos que el ámbito cronotópico de escritura que aspirábamos a capturar no se puede definir ni delimitar sólo en términos de lo nacional.<br />
Se trataba más bien de una geografía cultural. No de una nación. No de un espíritu. No de una lengua siquiera. Se trataba de los vestigios que la poesía deja en un abigarrado cruce de brechas espacio-temporal. Del sentido de la experiencia de ese locus comunicable solo por la poesía. Se trataba de encontrar en ella la experiencia estética atravesada por versos comunicantes.<br />
Ubicada la región, definida grosso modo la trayectoria, empezamos a poner exclusas, acueductos, puentes para esta o esa zona anegada, postas en montículos que apenas asomaban. Buscábamos, sin descomponer su particular flujo, el trazo común de esas aguas aparentemente quietas y separadas. Después de seguir pistas y aislar vestigios, escoger muestras y desechar herramientas imprácticas para esta investigación, fuimos dando con circulaciones ocultas, cauces comunes, manantiales convergentes, todos delicados pero imprescindibles. Lo que de ahí extrajimos, creemos, da cuenta real de lo sucedido en poesía en México en los últimos treinta y cinco años. Por supuesto, no todo está trazado ni todo incluido o concluido. Sí nos parece determinante que lo que aquí proponemos es, a partir de ahora, innegable.<br />
(…)<br />
<b>Curadores y comisarios son adoquín del purgatorio</b><br />
Toda elección, es bien sabido, implica una exclusión, y cada exclusión un karma. Con este trabajo asumimos la responsabilidad de apostar por estos poetas y estos poemas como la nuez de la poesía actual en México, un Sudd ahora sí mapeado, con miras hacia arriba y hacia abajo; el corazón, con todas sus cavidades y arterias, con sus nomenclaturas anatómicas, de las muchas vetas que transitan el cuerpo robusto de la poesía mexicana. Asumimos así nuestro riesgo y karma. Sacamos el cuello por encima de la lisa medianía de las opiniones de cotilla, pasillo, corrillo y cafetín.<br />
Será claro que esto no es un podio de medallistas sino una colección comisariada que usó una nada arbitraria criba particular: 359 Delicados (con filtro). Toca ahora explicar algunas de nuestras decisiones.<br />
El sesgo más notable, que quisimos y no pudimos evitar, es el centralismo. Al revisar nuestra selección nos dimos cuenta que una gran mayoría de quienes están en este libro han vivido alguna vez en la Ciudad de México, y muchos nacieron ahí. El punto de inflexión de su visibilidad pasa por esa circunstancia. Esto es un hecho y ha sido, hasta hace muy poco, una realidad irremediable. Sí, lo aceptamos, padecimos al elaborar este trabajo de un sesgo chilango. Aunque quizás, habría que corregir, la ciudad de México, incluso antes de la era digital, más que un centro era una central, un hub, como se usa ahora en inglés, no tanto un núcleo fijo sino un cuajo que acumula y conecta. Por esa razón, en nuestro descargo, tenemos que decir también que la Ciudad de México, a diferencia de otras ciudades y regiones de este país y muchos otros, es todo menos un feudo localista. Su situación de ubérrima ubre abierta, de veras abierta, a la inmigración de donde sea y como sea, la tiene convertida desde hace décadas en una gran Babel cultural. Esta antología refleja esa apertura. Un poeta chileno (Bolaño) llega casi niño aunque todavía no adolescente en los años sesenta al D.F. y termina fundando una neovanguardia radical, descocada e influyente. Otro poeta llegado a la megalópolis todavía de pantalón corto de Alejandría vía Milán (Morábito), se convertirá al cabo de los años en centro irradiador de una poética potente que rebasa los límites de esta ciudad con mucho. Un poeta kosovar, con raíces albanas (Bajraj), llega exilado a esta ciudad y en pocos años se incorpora a su latir poético y contribuye a su escena, retomando vigores aparentemente menguados, y pronto parece como si hubiera nacido aquí. Un poeta y crítico uruguayo (Milán) se inserta tan natural o hábilmente que parece salido de las pestañas del Rey de Texcoco, e introduce su vigor poético y crítico para potenciar la escena mexica. Lo mismo ocurre con un poeta y filósofo venezolano (Landa), que parte lanzas tanto en la arena académica como en la promotora y de esa empeñosa manera pastorea diversos campos. Varios de los poetas que aquí comparecen son descendientes de españoles trasterrados por la derrota de la República por Franco (Segovia, García Bergua, Espinasa, Miquel). Encarnan la vitalidad de esa forzada, y vigorosa, transfusión cultural. Casi todos los poetas nacidos en otras regiones han pasado años importantes de su formación y deformación en esta ciudad. La poesía de verdad que llega aquí suele aclimatarse, y por eso mismo, a su vez, afectar el entorno. De pocas ciudades se puede decir lo mismo. El vigor ecléctico que eso engendra es de lo más valioso que tiene este país, Nilo arriba y Nilo abajo. Y es de esa generosidad fecundante de la que nos queremos hacer parte.<br />
Hay que señalar también que una de las cosas notables que están sucediendo en México, aunque no desde hace mucho, es que la mejor poesía se está escribiendo y distribuyendo en los cuatro puntos cardinales del país. Cuando eso se catalogue, estamos seguros, se podrá dar un mapa más extendido y diverso del que nosotros presentamos. Sin embargo, la naturaleza de los lazos, de los contactos, y más que nada de la circulación de los libros que le ha tocado en suerte a este cuajo de poetas persiste, e hizo que nuestra investigación se topara con severas limitaciones que a veces fue imposible superar. Y aunque las comunicaciones con los escenarios más notables de la poesía mexicana fuera del D.F. parecen ser cada vez mejores, y por ello pudimos leer bastante de lo que se ha publicado en Guadalajara, Monterrey, Morelia, Puebla, Xalapa, Tijuana, lo que logramos es aún insuficiente. Y no se diga para lo que se produce en lugares peor vinculados con esta central camionera. Estamos claros de que aún hay escrituras a lo largo y ancho del país que merecerían estar representadas. Pedimos disculpas tanto a los lectores como a aquellos autores el no haber alcanzado a detectarlas e incorporarlas. Retomando la idea del Nilo y de su Sudd, algunas de aquellas aguas deberían pasar por aquí, sólo que no tuvimos el tiempo ni las fuerzas para recoger las muestras necesarias y canalizarlas.<br />
Una particular exclusión, que debemos mencionar, porque consideramos que en una realización ideal de esta antología tendrían que estar forzosamente presentes, es la de la poesía escrita en México en lenguas originarias. Como con algunas regiones, no pudimos llegar a hacer una investigación cabal antes de la fecha límite de entrega, que veíamos acercarse horrorizados. Teníamos al alcance algunos ejemplos que incluimos en nuestras listas pero sin el contexto justo y sin una investigación seria hubiéramos seguramente dado una visión distorsionada de lo que pretendíamos compartir. Decidimos entonces, con tristeza, limitar la selección, salvo en una de las postas, a poemas escritos en castellano. Lo mismo nos sucedió con los poetas que en México escriben en lenguas así llamadas extranjeras. Lo que sucede en un sitio sucede en todas sus manifestaciones, y es sólo en la lengua en donde el fetichismo excluye la diferencia. No pasa eso en las artes visuales, por ejemplo, donde artistas como Francis Alÿs, Maruch Sántiz Gómez y Melanie Smith son carta cabal de la realidad artística actual en México, aunque la lengua materna del primero sea el flamenco, tzotzil el de la segunda e inglés el de la última. Por supuesto que en un Sudd como este el caudal escrito en esas lenguas tiene cabida, sólo que no hemos podido dar cuenta más o menos cabal de ellas como para hacer un registro justo.<br />
Volviendo al karma de las exclusiones. Hubo casos de poetas que decidimos no incluir porque no encontramos suficientes poemas suyos que pasaran el rasero competitivo que pusimos. Hay varias ausencias que lamentamos, por supuesto. Sabemos que en una siguiente revisión algunos excluidos serían incluidos, por el corrimiento que su obra tendrá o está ya teniendo. Y no negaremos que nos quedamos con las ganas, rabiosas ganas, de que unos y unas estuvieran aquí. También pasó a veces que entre muestras de poesía muy parecida había que escoger. Lo mismo pasa en los mejores museos: no se puede exponer todo lo que se tiene. Otros hay que cayeron por propio peso retórico y grandilocuencia, a pesar del aparato protector hermenéutico que bien les hubiéramos podido armar, laboriosamente.<br />
Como los lectores habituados a lo que se promociona de la poesía mexicana verán, hemos excluido a algunos poetas que suelen ser asumidos como imprescindibles en cualquier muestra. Es importante aclarar que ninguna exclusión ha sido de oficio. En todos los casos que revisamos, tanto los poetas incluidos como los excluidos fueron leídos a conciencia, y seleccionados sus poemas. En el de algunos poetas muy nombrados y renombrados que pudiendo estar aquí no aparecen, la razón es obvia: su obra no nos pareció mejor que la de aquellos que sí incluimos. Ahora bien, que quede claro: con todo y el karma, las exclusiones según creemos no demeritan a nadie. Tampoco a nosotros. El que define una obra concentra su atención en ver cómo lo que incluye pesa y define esa obra; y la decisión de excluir no obedece al desprecio sino a que no se encontró sitio ahí para lo excluido, a que por más esfuerzo que hicimos no reconocimos este Sudd en esas obras. Dejamos por ejemplo fuera muchos poemas que nos parecen magníficos pero no antologables. No todos los poemas no antologables son ineficaces. La eficacia de algunos depende crucialmente de su compañía en un libro, del nicho ecológico en el que están sembrados. Otros hay de efectos acumulados que al no ser inmediatos no funcionan en una muestra. Algunos poemas no antologables lo son por su tamaño, su dilatación, su largueza y lentitud para entregar su sustancia. Son poemas buenos que te pueden acompañar por varias horas e irte administrando poco a poco su dosis de dardos certeros, pero que no caben aquí, en las pocas páginas destinadas a cada uno.<br />
Se notará que el promedio, variable por la extensión y naturaleza de la obra de cada poeta, tiende a ocupar el mismo número de páginas. Hemos intentado, tanto en lo factible como en lo merecedor, hacer un trazado lo más abarcador posible en cada caso presentado. Para nosotros ha sido un placer recorrer para adelante y para atrás sus vidas y escrituras. Hemos querido, por esa razón, dar cabal cuenta tanto de su recorrido como de la calidad de la obra.<br />
<b>Gabriel Zaid y su <i>Baby Poetry Boom</i></b><br />
Quien haya leído hasta aquí sabe que este libro es generoso. Que presenta a un grupo de cerca de cuarenta poetas nacidos entre 1950 y 1963 que son propuestos como imprescindibles para retratar la poesía mexicana de hoy. Se dirá que es un abultamiento. Lo es si se contrasta con las visiones añejas de quienes ven en una cohorte generacional mayor de tres o cuatro un desfiguro. Lo es frente a los trazos elegantes de lo que se suele reconocer como deseable para representar en un tomo a un cronotopo poético. Pero estamos ante un fenómeno inédito en la historia de la poesía en México. Lo que sucedió a partir de 1970 fue inesperado y esta generosidad no es sino una mera aproximación descriptiva al valor de lo real. “La vida hace grumos”, decía Tomás Segovia, uno de los faros más poderosos que tuvo esta cohorte. En el periodo que consideramos se dio en México una rara proliferación de poetas que despertó inmediatamente la atención de tirios y troyanos. Los afectos a la estadística siempre son los terceros en llegar a contar y levantar actas. Por eso siempre es bueno tener alguno en el equipo. Uno de esos registros nos lo dejó la hoy célebre y simultáneamente menospreciada Asamblea de poetas jóvenes de México, que Gabriel Zaid publicó en 1980, en la que revelaba a un incrédulo aunque escaso auditorio la existencia de un baby poetry boom en el entorno mexicano. Se trata de un libro que se tiende a ver como “menor”, pero visto en retrospectiva es visionario. Nos divirtió descubrir, al releer el delicioso prólogo que Zaid escribió entonces, que su situación anímica era similar que la nuestra al comenzar esta obra: “Me sentía empantanado”, confesaba Zaid. Había llegado al final de su tarea a estos mismos términos hidrológicos. Es interesante notar que casi la mitad de los poetas incluidos por nosotros aparece en su libro. La otra mitad no había publicado todavía, no estaba bajo su radar o simplemente no había llegado a vivir a México. Lo que habla de lo afilado de su investigación, y la de sus ayudantes. Todo indica que lo que deprimía y pasmaba a Zaid era la desproporción de la irrupción demográfica de ese poetry boom descontrolado que no congeniaba con su talante ni con su juicio de lo que debía ser una generación de poetas: unos pocos que claramente se destacan del resto, y toman la estafeta. En el fondo, una vez pasado el tumulto, por esto se ha pugnado de nuevo. Para su azoro Zaid censó en su momento 430 poetas nacidos a partir de 1950, y en su Asamblea incluyó 164 poetas que llegaban hasta los nacidos en 1962. No sabía al parecer, y es perfectamente entendible, cómo aplicar sobre esa masa el bisturí crítico: “Y ahí estaba yo, leyendo exhaustivamente una cantidad de escritos sin talento, sin oficio, sin ambición, sin suerte”, escribió Zaid, evocando melancólico el dicto de Gide de que hay que desanimar a los jóvenes. Su visión, acostumbrada a los anchos potentes caudales anteriores, no alcanzaba a ver la forma del futuro y no podía ser ésta que tenemos hoy nosotros desde este Tigre que habitamos. Pero es importantísimo que haya estado él ahí. Y que haya leído así. Treinta y dos años después y tras rastrear y leer varios cientos de libros, pudimos ver retrospectivamente cómo desde allá se afincaron, desplegaron y se guardaron universos y carreras. Hemos llegado a esta lista de 38 poetas cuya obra, desde el poetry boom de entonces hasta ahora no ha hecho sino crecer en cantidad, robustecerse en calidad, y ahondar y extender sus búsquedas y dominios. Se entenderá ahora la extensión de este Sudd al que nos referimos.<br />
La Asamblea de Zaid no ha tenido el reconocimiento crítico que merece. Se le toma como divertimento, gracejada, la bonachona chanza vacacional o terapéutica de quien, muy aparte, es uno de los más agudos lectores de poesía en lengua castellana. Sobre ella se ha proyectado la noción de estar frente al archivo muerto de un proyecto destinado al fracaso, no en lo que se refiere a los poetas tomados de uno en uno, sino a la marea demográfica y lo que como conjunto significaban. Por esa razón la Asamblea es vista, incluso por sus protagonistas, con una sonrisa de desdén o un franco desinterés. Como sólo incluye un poema de cuando eran muy jóvenes y porque su número asciende al vértigo de 164, nadie le presta atención. Quien se interesa por alguna poeta en particular, con justa razón pondrá poca atención a esa muestra. Y quien quiere saber que sucede en la poesía mexicana, antes que poner los ojos en asambleas preferirá buscar en antologías ceñidas, con más material per capita y con más carrera andada. Además, los poetas incluidos desean que sean otras cosas suyas las que se lean. Nunca se les ocurrirá dirigir al lector hacia esa sección maternal de su formación. Piénsese que en ese momento el más joven de los antologados tenía menos de veinte años y la mayoría de los incluidos aún no había publicado un libro. Pero la Asamblea brilla por su tino.<br />
Si, como dijimos, casi la mitad de los poetas que nosotros incluimos ya figuraba en ella, esta aparición de madurez hoy adquiere su verdadero sentido. Usar “aparecer” no es un eufemismo: la mayoría en 1980 había publicado poemas sueltos en revistas y los pocos que mencionaban un libro en realidad hablaban de plaquettes, cuadernillos, folletos, todos con fresco olor a tinta nueva. No obstante, algunos de esos panfletos son ahora joyas bibliográficas y piedras sólidas en la historia de la poesía mexicana contemporánea. Más allá de los nombres de los poetas, y de los poemas, lo que la Asamblea de Zaid registró fue una prodigiosa y simultánea actividad literaria proveniente de muchos sectores antes casi iletrados de la sociedad mexicana. Decenas de revistas, talleres literarios, lecturas improvisadas, happenings poéticos, desperdigados por todo el cuerpo de una sociedad que empezaba a encontrar canales de expresión hasta entonces vedados. Jaime Moreno Villarreal, en su precoz y lúcida tesis de licenciatura, que como libro se llamó La línea y el círculo, dejó un buen registro crítico, tomado del natural, de ese fenómeno. El que a la Asamblea no se le haya dado su lugar es en parte porque a las cosas que allí se planteaban nadie les ha dado seguimiento, pero en parte también porque el propio Zaid postuló el fracaso de lo que proyectaba, al cargar su lectura con una nube de disolvente escepticismo. La segunda parte de la cita que incluimos de su Explicación es prueba clara de ello. Y eso es lo que, aletargada, se quedó viendo la crítica, asintiendo, solícita, sin intentar saber qué había sucedido después y, por supuesto, sin seguir el mejor ejemplo que pudo dar Zaid con su trabajo, es decir metiendo las manos en la masa poética para de ahí sacar el barro de su propia investigación y, entonces sí, a partir de eso extraer conclusiones.<br />
Pero no todo es culpa de los críticos. Un año después de que Zaid publicara su Asamblea, el poetry boom que registró había prácticamente desaparecido del aire, dando aparente razón a su escepticismo. La efervescencia de la que él fue el mayor testigo súbitamente se había disuelto o se la había tragado la tierra. Hoy sabemos que lo que pasó después de 1982 no fue una desaparición sino un ocultamiento, una absorción. Da fe la cantidad de libros publicados. Los protagonistas de esa vivaz asamblea de poetas jóvenes que el uruguayo Anhelo Hernández representó con humor al poner en portada un mismo pájaro prehispánico repetido siete veces no se fueron a llorar a sus casas tras la crisis económica que les quitó el piso y los privó de sus tan visibles plataformas de lanzamiento (lecturas, becas, apoyos, mimeógrafos). No es que al encaminarse a buscar trabajos como maestros rurales, oficinistas, correctores de galeras, taxistas, o al irse a vagar al extranjero, hayan tirado la pluma o vendido la máquina de escribir. En realidad los poetas del poetry boom se acicalaron, se espulgaron, sacudieron sus plumas y siguieron aleteando tan campantes, un poco más escondidos en la penumbra, cada uno por su lado y, qué le vamos a hacer, por rutas menos públicas y menos grandilocuentes o programáticas. Algunos continuaron reuniéndose en cafés, otros se incorporaron a proyectos editoriales establecidos que los acogían no como grupo sino de uno en uno. Unos pocos siguieron formando parte de las revistas en las que ya estaban pero escondiendo un poco el filo poético. Algunos de los venidos de fuera, como Jorge Alejandro Boccanera optaron por regresar a su país y jugar en otras ligas.<br />
Ser poeta dejó de ser cool, pero eso no significa que quienes escribían dejaran de serlo. La falta de visibilidad no niega la historia común ni tampoco borra lo sucedido después. Enfriada la algarabía por la dura realidad económica de los ochenta, cada joven poeta de aquellos años debió decirle adiós al carnaval; se vio obligado enfrentar los dientes del monstruo, buscarse la vida, ocupar la mayoría de su tiempo en chambear como fuese para seguir a flote, para mantener a sus hijos pequeños, o a sus padres mayores o asegurar las dosis que requerían. La escritura dejó de ser tan pública pero sobrevivió, creció, maduró. Cada uno y cada una se sumergió en su propio proyecto individual. Desde afuera, a paso de plumero, se suele suponer que de aquel altero o montón ha quedado poca cosa. Pero en la curiosidad está el gato, y en el detalle la viga del ojo. En retrospectiva, la Asamblea de poetas jóvenes de México es un libro agudamente atento, asombroso en su habilidad para hallar revelaciones en pastos que apenas apuntan y recolectar muestras donde no hay más dato duro que el que Zaid iba descubriendo a cada paso. En ese sentido es una obra fundacional.<br />
<b>La explosión de <i>Los detectives salvajes</i></b><br />
<b><i> </i></b>La otra marca de agua que sobresale en esta búsqueda no es una crítica, ni una revisión, sino una novela. No hay mayor homenaje a esa realidad a la vez pululante y cíclope que el que Roberto Bolaño le hizo con Los detectives salvajes y que recorre los mismos territorios que Zaid había trazado veinte años antes. Algún desorientado ha escrito que esa novela es prueba fehaciente de que la poesía no tiene ya para dónde moverse. Que le responda Galileo o su GPS. En uno de sus subtextos importantes, Los detectives es el mayor homenaje que se le puede hacer a esa gran panda de poetas que en el México de los setenta pululaban, y que aquí siguen. Varios de los protagonistas de la Asamblea de Zaid aparecen en Los detectives, bien con su nombre, bien bajo un seudónimo o mezclados en varios de los personajes. Que Bolaño había vivido los primeros años de esa historia es cosa sabida, y que lo que estaba haciendo era retratar a sus cuates y, sobre todo, a sus enemigos y sus feudos también. Pero lo que nos importa subrayar es que por más fabuloso que parezca, y por más fabulado que esté, lo que ahí se contaba era cierto. Roberto Bolaño, con Mario Santiago y una buena banda, estaba en la primera línea de fuego de la realidad que Zaid intentó mapear. Fundaron un grupo que, a la manera de las primeras vanguardias, se autonombró infrarrealista. Como se cuenta en Los detectives, ellos fueron parte activa de las batallas que se dieron entre 1974 y 1982 en las calles y cafetines de la Ciudad de México. Y aunque lo relatara cuatro lustros después, y aunque hubiera dejado la Ciudad de México casi al mismo tiempo que Zaid recababa su informe, las historias que aparecen en Los detectives están ancladas hondamente en la realidad. Es cierto que Bolaño no fue testigo de todo lo que narra, pero de que sucedió, sucedió. Si Zaid, en su faceta entusiasta, vio en aquella bullente escena “una salud selvática, exuberante, pantanosa, estrafalaria, genial, banal, en estos jóvenes que, a veces, parecen profetizar y a veces parecen bostezar”, Los detectives salvajes es el mayor testimonio que pudieron haber tenido no sólo los infrarrealistas, sino todos aquellos que participaron de aquellas estrías mercuriales y poéticas de la Ciudad de México a fines de los años setenta y que, como Roberto Bolaño y Mario Santiago Papasquiaro, como muchos y muchas incluidas y no en este libro, no desaparecieron sino que siguieron escribiendo. En ese sentido, los poetas infras tienen un papel central en la poesía en México, ocupan un nicho que nadie puede ocupar y representan una realidad más honda y amplia de lo que parece; fueron quizá la encarnación más nítida de la masiva toma de conciencia y toma de la palabra por mayorías resistentes e inconformes. Destilaron como pocos el espíritu que los precedió y cristalizaron varias vetas de lo que vendría. Varios de los poetas incluidos en esta antología, si bien no participaron del grupo y es probable que ni siquiera los conocieran, coinciden con ellos en orígenes, postulados estéticos y poética. Los infras no sólo escenificaban su rebeldía boicoteando lecturas e irrumpiendo ruidosamente en presentaciones. Como aquellos que asustaran, escandalizaran y desmoralizaran a Mariano Azuela, ellos son “los de abajo”, los que no aparecen, los que no están. Sintomáticamente, en la ecología particular que Zaid trata de rastrear en su Asamblea los infras no existen, ni como grupo ni como nicho cultural ni como fermento social. Algunos de ellos están incluidos, pero no Bolaño, ni tampoco Santiago, los creadores y dirigentes de ese movimiento. Para entonces, ninguno de los dos estaba ya en México y seguramente no habrían contestado a la invitación de Zaid, que en ese sentido era totalmente abierta. Pero lo que es significativo es que quien los busque en el censo tampoco los hallará. El radar del meticuloso sondeo de Zaid por alguna razón, que nos desviaría atender, no los registró. Su ausencia es simbólica e ilumina otros territorios. Varios de los infras, como muchos otros poetas de esos tiempos, vivían en cuartos de azotea de la ciudad de México, o en casonas reconvertidas en vecindades, ciudadelas llenas de pequeños habitáculos. La mayoría de ellos eran pobres, para decirlo tal cual. Pero como grupo fueron actores de esta realidad y representaron la irrupción de la irreverencia y el desorden en un medio muy estratificado. Por eso estuvieron borrados del mapa, hasta que la sagacidad de Bolaño los puso de nuevo en el tapete. Traerlos ahora a cuento desacomoda la organización que Zaid le quiso dar a la producción poética de todos esos jóvenes,y sobre todo, de lo que la crítica sumisa repite. En el caso particular de los infrarrealistas, la conversión de esos dos intocables en protagonistas principales de Los detectives salvajes es un símbolo contrastante que remarca su ausencia en la Asamblea, como si ese libro hubiera estado hecho para corregirle la plana a Zaid y para que, al compaginarlos ahora, se produzca una alegoría a la vez reivindicadora, reveladora e incluyente, aunque esos púdicos medallones de yeso crítico al entreabrir sus párpados narcóticos sigan preguntándose “qué es eso”.<br />
<b>Malos vientos piden máscaras de gas</b><br />
<b> </b>Es importante recordar que los años en que los poetas que reunimos se formaron abarcan dos sexenios políticos que si no fueran de tal ignominia serían aun así grotescos. Años que coincidieron con el encumbramiento en toda América de dictaduras militares y regímenes represivos. Esa gravedad que arrastró hacia México a tantos podría simbolizarse con el mapa que dibujara el gran pintor uruguayo Torres García en el que aparecía América Latina con el Sur hacia arriba. Una clepsidra puesta “de cabeza” que terminaba en los vertederos del Río Bravo. En el lapso de esos doce años México pasó de un crecimiento notable y continuo a la euforia petrolera y de ahí al abismo económico. Al frente del país, como la mayor parte del siglo, estuvo el mismo mafioso partido que ahora acaba de regresar al poder. Digamos solamente que los grandes monopolios privados y sindicales que continúan distorsionando los espacios públicos estaban ya ahí, y que muchos de los ecos, efectos y repeticiones provocados por ellos siguen desgraciadamente activos.<br />
En esos doce años también llegaron a México muchos intelectuales huyendo de los sucesivos golpes militares de Sudamérica, enriqueciendo y diversificando la topografía cultural al incorporarse a las universidades, a la prensa, a las casas editoriales y sobre todo a las tertulias de los cafés. Digamos también que entre 1970 y 1982 se terminó de fraguar el espacio cultural prolífico y proteico que nos toca aquí esclarecer. Los intelectuales que llegaban del sur se encontraban con mexicanos que tenía años enfrascados en sus propias luchas, algunos de ellos escapando o escondiéndose de la represión política, otros simplemente mirando, o resistiendo en silencio al desánimo, o llanamente asimilados. Ambas comunidades no tardarían en cruzar sus caminos.<br />
Las nuevas esferas de acción se fueron delineando según posiciones políticas y matices sociales bien estratificados. De ese fermento surgieron múltiples irradiaciones y muchos modos de apoyar el taco. En la poesía, la principal de todas, o la más persistente, fue un descarado y alegre eclecticismo. Roberto Bolaño y Mario Santiago se encontraron y encontraron en un poeta mayor, Efraín Huerta, un sabio y humorista mentor para su movimiento infrarrealista y lo más cercano en México a Nicanor Parra. Ese ejército por muchos meses de los años setenta desplegó las posiciones más iconoclastas y ocupó ruidosamente los bares del centro y los cuartos de azoteas y otros espacios encarnizadamente urbanos. Hubo también un grupo de poetas llegados de Tijuana, entre ellos Luis Cortés Bargalló, que traían de la frontera nuevas traducciones de los poetas Beat. Éstos se encontraron por ahí con otros poetas jóvenes que leían en inglés a los chinos clásicos y ya en la ciudad de México se juntaron con egresados de universidades privadas y juntos iniciaron una revista, El Zaguán. Otro grupo cristalizado en torno a Federico Campbell y Jorge Aguilar Mora iniciaba un revelador proyecto editorial, La Máquina de Escribir, en donde publicaron sus primeras plaquettes algunos de los poetas aquí incluidos, como Coral Bracho, Carmen Boullosa, Rafael Vargas, José María Espinasa, y otros varios que aquí no aparecen. Otro grupo quiso llamar a su editorial La Máquina Eléctrica, ya fuera para subir un eslabón técnico o por mera aunque sintomática casualidad. Allí se publicó entre otros un libro de Joel Piedra, miembro con Arturo Trejo Villafuerte, Roberto D. Ortega, Rafael Vargas, José Buil del taller de poesía sintética, y uno de los muchos desaparecidos políticos que hubo en el país en esos años. Piedra fue antologado en la Asamblea, y su madre, Rosario Ibarra de Piedra, ha sido desde su abducción ilegal un símbolo memorioso ante lo que el PRI nos amputó.<br />
Hubo por entonces muchos espacios abiertos a la acción artística, como el colectivo pictórico Grupo Suma, como las peñas folclóricas que importadas del sur se abrieron por toda la ciudad. En una de aquellas, el CEFOL, Ricardo Yañez publicó el que llegó a ser un libro emblemático: El pobrecito Señor X de Ricardo Castillo, un infra sin grupo llegado al DF de la planicie tapatía con su camiseta del Atlas y un estilo vernáculo y renovador. Un editor y artista iluminado, Juan Pascoe, fundó una editorial artesanal de objetos preciosos y tipos móviles a la que atrajo tanto a Efraín Huerta (el mentor de los infras) como a su compañero de juventud Octavio Paz (el mentor de los cultos), y a muchos poetas muy jóvenes, entre los aquí incluidos a Francisco Segovia, a Alfonso D’Aquino y a Verónica Volkow. De talleres y de grupos de afinidades poéticas que aglutinaban a los más jóvenes fueron surgiendo aquí y allá revistas, como Cuadernos de Literatura y El Oso Hormiguero, y muchas otras. Quizá la última de esta horneada, en la que varios de los aquí incluidos recalaron por lapsos largos o cortos, Cartapacios, tuvo una vida un poco más larga pero más tropezada. Iniciada en 1979, publicó un número cuatrimestral durante los primeros dos años y a partir de la crisis económica de 1982 un número anual, hasta desaparecer en 1987. Podríamos ampliar enormemente esta enumeración hecha ahora a vuelapluma y de memoria. Otra vez, recomendamos el libro de Moreno Villarreal antes mencionado, así como La Esponja y la Lanza de Arturo Trejo Villafuerte, a quienes quieran profundizar en este, bastante inexplorado, territorio histórico.<br />
Junto a editoriales que han persistido desde entonces, como El Tucán de Virginia de Víctor Manuel Mendiola, Ediciones Sin Nombre de José María Espinasa, Ediciones Monte Carmelo de Francisco Magaña y los distintos proyectos que una y otra vez empuja Héctor Carreto, ha habido también heroicas revistas que abrían un poco la apretada cuña de silencio que cayó después de 1982 sobre la difusión de la poesía escrita en México, como Poesía y Poética que hacía Hugo Gola o Alforja de José Ángel Leyva, ambas en extremos distintos de lo que podría llamarse el campo de exploración de la poesía mexicana, y ambas sustituidas por nuevos proyectos y nuevos nombres pero la misma voluntad editorial de persistir, persistir y persistir. Sin ellas no habríamos podido hacer este trabajo ni muchos de los poetas aquí incluidos habrían podido publicar sus poemas de manera individual.<br />
No olvidemos un sino mayor de estos poetas: empezaron a escribir cuando el PRI le prometía al país que su presidente, ese presidente, los iba a llevar arriba y adelante (1970-1976), los iba a defender como un perro (1976-1982), los iba a sacar de sus apuros (1982-1988), los iba a incorporar al primer mundo (1988-1994), los iba a estabilizar y democratizar (1994-2000). La democracia, precaria y todo, llegó, pero solo para ser maltratada por quienes vinieron detrás. Algunos poetas unas veces y otros otras creyeron en aquellas pantomimas de una familia política extendida y corrupta que se ha llamado revolucionaria y que de institucional sólo tiene el epíteto. Unos pocos se plegaron a esos faros de poder inmediato. Hay quienes han escaqueado el cuerpo una y otra vez. Hay quienes han sido indiferentes a los ruidos del poder y quienes han logrado sacar partido de sus oportunidades. Pero todos ellos se agregan en una fuerza de escritura a la vez colectiva e individual, un Festival de Hay alternativo sin capital ni presupuestos editoriales.<br />
Han pasado más de diez años de que se publicó nuestra primera antología, quince de cuando cerramos la etapa de lectura, veinte de que empezamos a trabajar en ella, veinticinco de cuando nos fugamos en un soplo de viento a Inglaterra, treinta de cuando toda la parafernalia que Zaid registró y Bolaño celebró se vino abajo de golpe y plumazo, treintaicinco de que asistimos a sus primeras e insólitas lecturas en la azotea de casa de Manuel Andrade en Agustín Melgar número 9 y que fue también cuando nosotros dos coincidimos por primera vez. Cuarenta de que todo esto empezó a gestarse.<br />
Es importante recordar algo que también separa a aquellas huestes salvajes de lo que vino después: la total falta de información que había entonces sobre lo que estaba sucediendo en otras partes de América Latina, eso a pesar de la presencia de tantos exiliados en México, pero recordemos de nuevo que casi todos aquellos países estaban sellados por uniformes dictaduras. Si en épocas anteriores, al menos para las élites, la comunicación había sido continua, en los años setenta y ochenta no lo era, y menos para los muchos nuevos poetas. Pero intuimos que varias de las cosas aquí planteadas hacen eco en otros países, si bien dicho de distinta manera.<br />
No había en esos años setenteros todavía ni asambleas ni detectives, pero todo lo que capturaron estaba ya sucediendo en el aeropuerto de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en realidad un cruce de pasillos y escaleras, con café aguado por supuesto, pues después del 68 las cafeterías de la UNAM habían sido clausuradas. Los poetas mejores hoy activos que pasan de los cincuenta años estaban ya ahí entonces, cargando sobre sus máquinas y poblando poco a poco sus folios. Es a partir de ellos y de ellas que se tiene que plantear cualquier discusión sobre la poesía actual en México. Por supuesto, había entonces y hay ahora poetas mayores, que hoy pasan de los ochenta años, y que impartían ya y siguen impartiendo su magisterio, como Eduardo Lizalde, Gerardo Deniz y Juan Gelman, por nombrar las antípodas y la crux de esta navegación. Hay también hoy poetas de treinta o cuarenta años que ya están metidos de lleno en el ajo, por un lado o por otro, de una u otra manera. Hay también, como no falla, mucha basura argumental que defiende este espacio o aquel, esta región o aquella, esta escritura o la de más allá, inventando falaces batallas y agrupaciones huecas que caerán irremediablemente por su propio lastre o al menor soplo del aullante que les toque. Nosotros, más que levantar trincheras, hemos pretendido dar cuenta de lo que sucede. Cuando un poema es bueno él mismo genera sus lecturas. Y estos 359 Delicados lo son, en sus diferentes cauces, con sus distintas caudas y caídas.<br />
Durante estos cuarenta años los poetas aquí reunidos han escrito, de diversas maneras, poemas que están aquí porque vale la pena leerlos. Y no unos cuantos. Si hemos incluido casi dos paquetes enteros de cigarrillos es porque en cada una de sus casi cuarenta cajetillas, en los 359 espejuelos de esta rotación o esfera, se ha liado la voluntad y la sorpresa que todo buen poema tiene. Al final de su novela póstuma 2666 Roberto Bolaño pone en boca de uno de sus personajes la siguiente reflexión: “Me dirá usted que la literatura no consiste únicamente en obras maestras sino que está poblada de obras, así llamadas, menores. Yo también creía eso. La literatura es un vasto bosque y las obras maestras son los lagos, los árboles inmensos o extrañísimos, las elocuentes flores preciosas o las escondidas grutas, pero un bosque está compuesto por árboles comunes y corrientes, por yerbazales, por charcos, por plantas parásitas, por hongos y florecillas silvestres. Me equivocaba. Las obras menores, en realidad, no existen.” En 1980 Gabriel Zaid recurre también al ejemplo de los árboles y el bosque para dejar sobre la mesa el plato que él ofrecía: “Por ahora la selva no ayuda a ver los árboles excepcionales. Pero la selva misma es todo un espectáculo.” Sabemos que ambos tienen su rebanada de razón. Las obras menores no existen. Un poema en sí, del tamaño que sea, con las pretensiones que tenga, puede ser una obra maestra. O no. Sólo hay poesía buena, poesía mala y caos. De algún modo tanto la selva indiferente de Zaid como la palpitante serie de ejemplos únicos de Bolaño apuntan a lo mismo. Zaid cierra su “Explicación” calificando ese bosque como una terra incognita que recorrer, con “la certidumbre de que sigue habiendo madera de buenos poetas”. Bolaño por su lado afirma que la obra maestra está siempre oculta y, por el otro, que escribir “sólo merecía la pena si uno está dispuesto a escribir la obra maestra”. La escritura es siempre una apuesta y en su actualidad echa raíces su constatación. Estas escrituras que aquí confluyen, incluida la de Bolaño, deshaciendo su propio Sudd, la barrera que los contenía, estos poemas que son la apuesta de esta antología proponen en su trenzado una recalificación de la deuda que se tiene con la poesía mexicana. Hablamos por supuesto de secoyas y de mezquites.<br />
<b>Ret(r)azos de un Sudd en generación espontánea</b><br />
<b> </b>Aunque no negaremos aquí las marcas de origen que llevan nuestras historias personales de lectores (cada uno la suya), sí afirmaremos que asumimos esta tarea con una genuina voluntad de aprender, y de cambiar de opinión, de terminar el recorrido habiendo reorganizado nuestra preconcebida percepción del planeta poético que exploramos. Nos llevó la lectura tanto a la confirmación como a la severa desestabilización del prejuicio asentado. Nos reveló no pocos esfuerzos de conquista de territorios poéticos inéditos en nuestra tradición, nos hizo reconocer la expansión o la anexión de estilos y modos, visiones, estrategias, tonalidades, temperamentos, otrora ajenos a nuestro mapa. Aprendimos así que esta generación, grumo, Sudd, o como queramos llamarlo es potente y genuinamente original. No se trata del habitual reacomodo y escombro de lo ya dado por la tradición. Lo que nosotros registramos consigue aquí su revitalización; su relanzamiento y arrojo más allá de donde se había llegado antes y coincidiendo con ello en su actualidad. Reconocemos en esta cohorte una poderosa apertura a lo nuevo, más abierta y proteica en su abanico que la que se había dado antes, y apenas reconocida. Una apertura que incluye y acomoda lo anterior y lo hace cohabitar con los estallidos, ya no tan recientes, de eclecticismo y dispersión temática y lingüística.<br />
El fetichismo decimal de nuestro calendario nos empuja a tasar por décadas a las generaciones poéticas. La desesperante exuberancia y abundancia tanto de poetas y “poéticas”, como de escenarios poéticos hace de aquella opción pragmática un recurso fácil y expedito. La arbitrariedad que se antoja inevitable se traslada hacia el sino biográfico, hacia una cuadratura extraliteraria. Muchos se han quejado de ese facilismo dado que al final no hace sino producir paquetes más o menos variopintos de escritores contemporáneos, cuyas similitudes, sintonías o contrastes se dejan para que otros los evalúen, y cuya adscripción y papel en el cuerpo mayor, holista, del colectivo queda sin decir, o sin valorar. Más listado banal de directorio que descripción funcional de un organismo, el proceder mecánico basado en décadas se ha tomado como un mal pero necesario principio. Lo decía bien Sánchez Robayna al insistir en “la inutilidad de un método que carece por completo de eficacia crítica cuando solo sirve para ocultar lo que distingue a un poeta, esto es: su personalidad, su singularidad”. Creemos que esa singularidad se da en cada poema, y apreciar el cuerpo único y constelar de cada obra individual es agua de otro canal.<br />
Por esa razón, sin caer en el escaqueo común de, en consecuencia, hablar de constelaciones de singularidades, o manojos de individualidades inclasificables, frente al grupo de poetas que hemos seleccionado queremos en esta ocasión proponer que no hay dislate en ubicarlos, por los rasgos y el sentido de sus obras, en un espacio generacional laxo discernible más allá de lo puramente cronológico. Lo que hemos hecho aquí es usar el prestablecido criterio de una década, pero le hemos quitado trancas y lo hemos ampliado y adecuado para delinear la percepción de un cuerpo de obras que, conforme avanzamos en la lectura, fue confirmando para nosotros su cohesión y corporeidad. La convicción que tenemos ahora es que, sin reificar ni ontologizar banalmente, hay algo que aglutina y da núcleo y masa común al trabajo poético de los nacidos entre circa 1950 y circa 1963. Y que si nos movemos tanto hacia atrás como hacia adelante deja de percibirse esta cohesión.<br />
Aventurando un inicio de explicación digamos que ese algo tiene que ver precisamente con el poetry boom registrado por la Asamblea de Zaid. La ruptura del monopolio del acceso a la palabra y a los prestigios poéticos de las élites cultas del D.F. y de las otras pocas capitales culturales del espacio mexicano, así como el de la UNAM y unas cuantas universidades más es un hecho. Otro elemento inmediato digno de mencionar para ir entendiéndonos es la irrupción (de las sonoridades) del poema en la vida de la clase media, a través de la cultura y la contracultura de masas de los jóvenes. La hibridación de Dylan Thomas con Bob Dylan, de Rimbaud con Patti Smith, de Machado y Hernández con Serrat, de Leonard Cohen con García Lorca que viajó hacia nosotros codificada analógicamente en LPs, como lo demuestra Sombras del rock, el actualísimo libro que algunos querrán llamar tardío y que por fin escribió Carlos Mapes, un minero irlandés naturalizado mexicano. Para retomar la perspectiva de la otra antología, diremos que lo que en México pasaba resonaba también en los espacios tomados por los ocupas británicos, esos squatters que saltaron de la ventana en la que los había arrinconado Eliot y se pusieron al centro de la escena punk, y más allá. Intuimos además que esta realidad diversa, o Sudd, no se limita sólo a México sino que se extiende y dispersa por muchas otras regiones poéticas, pero dejamos su confirmación en otras manos.<br />
La experiencia colectiva, tan difícil de abordar y acorralar por sicólogos y sociólogos, suele dejar marcas más claras en la poesía, y los poetas nacidos hacia las dos puntas que marcan nuestras dos antologías no son excepción. En el caso de México, algún crítico intentó distinguir en dos oleadas a la generación poética signada por el año fatal de 1968. A la cabeza de la segunda oleada puso la atractiva figura (y poesía) de José Carlos Becerra. Sería más o menos la generación que González de León enmarcó bajo los paréntesis decalógicos de los 1940 y 1949 ( que incluye entre otros a Jorge Aguilar Mora, Francisco Hernández, David Huerta, Elsa Cross, Antonio Deltoro, Gloria Gervitz, Marco Antonio Campos, Orlando Guillén y Jaime Reyes). A estos poetas les tocó vivir el quiebre, la guerra generacional auténtica en la que un régimen autoritario y patriarcal mandó matar a sus hijos para conservar su falsa ilusión de bienestar y progreso. A quienes seguimos nos tocaron los efectos más distantes, mediados y brumosos de ese trauma. Aunque no está claro que esa generación de los cuarenta tenga una solución de continuidad con este Sudd que nosotros exploramos, nos parece patente que conforme avanzan los años de nacimiento de los poetas leídos, la experiencia de la multiplicidad y del desorden cultural, la diversidad y el “descontrol demopoético” (el baby poetry boom) se van acelerando. Para cuando aparecen libros emblemáticos como El pobrecito señor X o Medio de Construcción, Peces de Piel Fugaz o Tierra Nativa, Lotes baldíos o Poemas al desconocido / Poemas a la desconocida, la onda de choque que detectó el sismógrafo zaideano ya estaba instalada en nuestro entorno.<br />
Que exista esta oleada o marasmo generacional a la que nosotros ubicamos en el Sudd no debe asombrarnos, si la enmarcamos en las transformaciones de la experiencia vital común de quienes nacieron en los años cincuenta, o en los tempranos sesenta, una experiencia de cambios culturales poderosos y desplazamientos importantes en las sensibilidades. A cada cohorte de poetas le corresponde un gajo de tiempo y de lugar del cual tiene que dar cuenta. Tiene que vivir ahí y usar el arte para registrar y transmutar la experiencia de estar (o haber estado) y vivir (o haber vivido) esa circunstancia. Cada generación de poetas es responsable (a sabiendas o no) de marcar y demarcar la fenomenología de su paisaje (esa rebanada del pastel espaciotemporal). Lo que es (o fue) nacer, crecer, socializar, quedarse o trasladarse, ligar o irse, trabajar, sufrir, crear o destruir en un ámbito común atravesado por aires y miasmas de los tiempos. Debe pasarlo a palabras capaces de afianzar la experiencia (del modo que lleguen a hacerlo, con los recursos y talentos al alcance) para catapultarla en el espacio y el tiempo, hacia otras regiones y otros futuros. La experiencia, los granos finos de la sensación de vivir, sólo se filtra al sensorio del poeta en un tiempo y lugar, que en ocasiones se desparrama por varias geografías, y es desde ahí, desde la reacción individual, desde donde se despliega el registro, con las palabras tensadas para ese fin, de la poesía. Dicho en otras palabras, que el Quijote de Pierre Menard, por más que caiga exactamente en las mismas palabras que el de Cervantes, nunca podrá significar lo que significó, y lo que resignifica ahora, el libro y su experiencia originales. La puntualidad cronotópica, por decirlo de una manera cursi, es indispensable para la actualidad y reactivación de cualquier obra de arte.<br />
<b>El Sudd y cómo lograrlo (o sus cohortes generacionales)</b><br />
<b> </b>Este amasijo generacional ha sido reunido de una manera u otra unas seis o siete veces, pero nunca en el Sudd que aquí trazamos. Ya dijimos arriba que el ejercicio que le dio acta de bautizo fue la mencionada Asamblea de Gabriel Zaid (1980). Una mayoría de los más de 600 poetas inventariados ahí nacieron después de 1950. Con Zaid, como ya dijimos, se diagnosticó con realismo y espanto la llegada del poetry boom. El endeble título de “Generación de 1950” fue usado por Arturo Trejo Villafuerte al escribir sobre los poetas jóvenes en varias ocasiones a principios de los ochenta (un verso memorable de él mismo resume su posición romántica y ginsbergiana: “quizá no eran las mejores mentes de mi generación, pero lo parecían”). Una evaluación lúcida y precoz del desarrollo temprano de esta cohorte poética la realizó Jaime Moreno Villarreal en el cuarto capítulo de La línea y el círculo (1981). Coincide de inicio con Zaid: “Decir si son buenos escritores ha sido muy difícil; por lo pronto se sabe que son muchos”. Y concluye después de repasar algunos intentos de criba y selección de los mismos que “la evidencia más importante de toda esta dispersión es que ya no hay posibilidad de reducir la creación literaria a dos o tres jóvenes promesas, futuros herederos del reino de la pluma”, como habrían deseado algunos nostálgicos, incluido Zaid. El resto del capítulo de Moreno Villarreal se dedica a desarticular inteligentemente los dos polos en conflicto en los que se trataba de acomodar la poesía escrita en México en ese periodo, incluida la de los más jóvenes. “Cultura contra caos, según una perspectiva, frescura contra cultismo, según otra”, dejando claro que se trataba de una pelea de los mayores (alineados con o contra Paz); entierro en el que los poetas más jóvenes en realidad no tenían ninguna vela, por muchas razones, pero sobre todo por las patentes mutaciones de temple, circunstancia y entramado cultural. La dicotomía simplemente no era útil, por más que Roberto Bolaño de un lado, y Roberto Vallarino del otro, insistieran en trenzar sables en una playa abandonada. Muchos tardaron años y hasta décadas en darse cuenta de lo que Moreno Villarreal nítidamente describió. Algunos siguen en ese vano empeño, que si no fuera ridículo sería patético.<br />
Otra intervención temprana en la valoración parcial de este Sudd es la antología Palabra Nueva (1981) de Sandro Cohen. Siguieron otras antologías como Poetas de una Generación, 1950 -1959, de Evodio Escalante (1988), Ávidas Mareas de Alejandro Sandoval (1988), La Sirena en el Espejo, de Víctor Manuel Mendiola, José María Espinasa y Manuel Ulacia (1990), La Rosa de los Vientos de Francisco Serrano (1992), Poesía Joven de México de Susana González Aktories, y en inglés Reversible Monuments de Michael Wieger y Mónica de la Torre y Connecting Lines, New Poetry from Mexico de Luis Cortés Bargalló, estas últimas, quizás porque su público es en otra lengua y en otro espacio cultural, las más interesantes. La antología más reciente que arranca con esa supuesta o aberrante generación “de los cincuenta” es Vientos del siglo, de Margarito Cuéllar, acompañado de Meléndez, Boone y Lamas, un volumen tan recargado de nombres, admiraciones y sesgos como escaso de argumentos e incisiones. En revistas han también aparecido recortes generacionales y ensayos críticos de los nacidos en los cincuenta. Samuel Gordon, Mario Calderón, David Huerta, Eduardo Langagne, Eduardo Mosches, Héctor Carreto, Alí Calderón, entre otros varios han arriesgado contribuciones. Como mencionamos al principio, un dato no por curioso reivindicable es que en casi todas las labores de análisis se tienda a cortar y disolver la masa o fragmentación poética de estas cohortes sin mayor titubeo, ya sea como secuela de la generación previa, o como preámbulo de la subsecuente. Efectos, ya vimos, de la invisibilización de 1982 y el enmascaramiento de este Sudd.<br />
Hay entre los poetas de alrededor de cuarenta años la impresión de que ellos recién ahora, con su obra, sacan a la poesía mexicana de un fango de torpeza tradicionalista. Esperamos que la lectura de este libro los convenza que no es así. La impresión que impera quizá se deba a que no han tenido acceso a los libros de los poetas que aquí incluimos, o a que suponen que una mirada cancelatoria abre un prístino y resplandeciente espacio inaugural. Esa mirada interesada típica de colonos arribistas es poco fiable como se sabe. Con este libro combatimos la idea de que entre dos poetas respetables como David Huerta (1949) y Jorge Fernández Granados (1965) media una generación gris, de transición, en la que solo es posible (como querían los mayores) destacar dos o tres nombres de la masa o arrinconarla en una penumbra de casposo medio pelo (como quizás quieren algunos de los recién llegados); repetimos, esta noción es lamentable y errónea. De hecho hace no mucho un lanzado e incauto lector juvenil quiso dar por cerrada la contribución de los poetas nacidos en los cincuenta y sesenta tempranos, afirmando que poco tendrían en el futuro que añadir a sus obras ya escritas. Vaya pues este Sudd para desmentir muchos de esos prejuicios, y poner verdaderamente en relieve las contribuciones de los poetas actuales. Entre la producción de Elsa Cross y la de Julián Herbert (por mencionar solo dos de sus extremos) no hay como se cree un llano de medianías, sino un inmenso Sudd que vale la pena recorrer y atravesar. Quienes en él se adentren hallarán un conjunto potente, proliferante, y por lo mismo perturbador del ánimo adormilado. Es hora de volver a nuestro punto de partida, para ahora sí salir de ahí.<br />
(…)</div>
Carlos López Beltránhttp://www.blogger.com/profile/07762729229280464329noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1588671963833336498.post-60773238856986709812012-09-01T15:05:00.000-07:002012-09-01T15:05:02.289-07:00Nina Hinke: La política de las plantas y los laboratorios a fines del siglo XIX<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<!--[if gte mso 9]><xml>
<w:WordDocument>
<w:View>Normal</w:View>
<w:Zoom>0</w:Zoom>
<w:HyphenationZone>21</w:HyphenationZone>
<w:PunctuationKerning/>
<w:ValidateAgainstSchemas/>
<w:SaveIfXMLInvalid>false</w:SaveIfXMLInvalid>
<w:IgnoreMixedContent>false</w:IgnoreMixedContent>
<w:AlwaysShowPlaceholderText>false</w:AlwaysShowPlaceholderText>
<w:Compatibility>
<w:BreakWrappedTables/>
<w:SnapToGridInCell/>
<w:WrapTextWithPunct/>
<w:UseAsianBreakRules/>
<w:DontGrowAutofit/>
</w:Compatibility>
<w:BrowserLevel>MicrosoftInternetExplorer4</w:BrowserLevel>
</w:WordDocument>
</xml><![endif]--><!--[if gte mso 9]><xml>
<w:LatentStyles DefLockedState="false" LatentStyleCount="156">
</w:LatentStyles>
</xml><![endif]--><!--[if gte mso 10]>
<style>
/* Style Definitions */
table.MsoNormalTable
{mso-style-name:"Tabla normal";
mso-tstyle-rowband-size:0;
mso-tstyle-colband-size:0;
mso-style-noshow:yes;
mso-style-parent:"";
mso-padding-alt:0cm 5.4pt 0cm 5.4pt;
mso-para-margin:0cm;
mso-para-margin-bottom:.0001pt;
mso-pagination:widow-orphan;
font-size:10.0pt;
font-family:"Times New Roman";
mso-ansi-language:#0400;
mso-fareast-language:#0400;
mso-bidi-language:#0400;}
</style>
<![endif]-->
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBgB3fGsI6w-Td43vxmAzRUpWtH2eJpTXRuiYfHWVuAVLwPSgvPqHEWpcTgPV-99vYuIz6FgWP-S4YdhWAuSXzP3WlU22d5AsyJ2yeX4rek1kkpOPBe1YrNujJcGziWWXnsF1wL8o2PWuu/s1600/NinaLibro.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBgB3fGsI6w-Td43vxmAzRUpWtH2eJpTXRuiYfHWVuAVLwPSgvPqHEWpcTgPV-99vYuIz6FgWP-S4YdhWAuSXzP3WlU22d5AsyJ2yeX4rek1kkpOPBe1YrNujJcGziWWXnsF1wL8o2PWuu/s1600/NinaLibro.jpg" /></a></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">En el país
de la desmemoria endémica y corrosiva, todo acto de memoria inteligente es una
contribución valiosa al bien común, a la construcción de la buscada justicia y
equidad.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">Este libro
lo es por partida doble. En él se hace justicia histórica a un impresionante
esfuerzo por echar a andar sobre pies firmes la investigación farmacológica
mexicana entre 1888 y 1915 (27 años) cifrado en la planeación y ejecución de
las labores del Instituto Médico Nacional. Y en él se hace también justicia a
los tenaces y lúcidos esfuerzos de nuestra querida y muy extrañada colega Nina
Hinke, quien nos legó su trabajada visión de aquel esfuerzo pre-<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>y post-porfiriano, y que gracias a la amorosa
y lúcida toma de la batuta de su amiga Laura Cházaro, hoy alcanza esta forma,
un poco más permanente, de un libro, y de ese modo a sus lectores.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">Algunos de
nosotros necesitábamos este libro. Lo necesitábamos por escuchar y aprender de
Nina. Y lo necesitábamos porque su sitio, no en los libreros sino en nuestro
espacio disciplinar, en nuestra lucha colectiva por tener una mejor y más útil
historia de la ciencia, el sitio para este libro estaba abierto, y esperando
hace varios años.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Es por muchas razones
un fuerte eslabón que necesitábamos. Otros esfuerzos en la historia de la
ciencia en México estarán mejor apuntalados a partir de ahora.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">Esta
reconstrucción ceñida, cuidadosa y atenta de los trabajos del Instituto Médico
Nacional nos brinda la textura, el armazón y la carne, la fisiología de una
práctica científica que no es evidente en los puros documentos. El IMN había
sin duda sido estudiado previamente,. Nina hizo uso y dio crédito a quien la
antecedió. También lo ha sido posteriormente, y de modo resonante con los
resultados de Nina. Lo que esta autora nos entrega es un análisis certero de
una multiplicidad de fuentes, y una síntesis descriptiva y comprensiva
admirable. Los puros cuadros sinópticos que acompañan al texto son un aporte
valioso a la comprensión de un complejo desarrollo.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">Cuando a
fin de los 1880s los sabios porfiristas (perdón que los llame así, aunque ni
Nina ni Laura lo hacen) como Altamirano y Ramirez consiguen engarzar sus bien
informados y ambiciosos planes con la maquinaria del poder político, y
consiguen echara andar el IMN,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>estaba
casi todo por hacer en términos institucionales , pero podría decirse que había
ya una comunidad científica relativamente madura. La sinergia de<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>una generación de científicos bien preparados
y audaces con una de políticos dispuestos a apostar por el desarrollo de una
ciencia nacional, no es algo muy frecuente, por desgracia en nuestra historia.
La realidad ardua y desigual del país impone, e impuso entonces, restricciones
y límites a la envergadura y alcance de los proyectos científicos. Nina, en su
primer capítulo, desmenuza las tensas relaciones entre las visiones de los
científicos y las exigencias que la realidad económica, del campo y la
industria mexicanas, mediada por los políticos, les imponía. Habiendo todo por
hacer en términos de desarrollo de una farmacéutica propia, también había que
apuntalar la agricultura, la química, la sanidad, el ambiente etcétera. Habiendo
planeado todo de una manera cuidadosa, racional, casi platónica, en 5 secciones
especializadas en los diferentes aspectos disciplinares y metodológicos que
confluyen en la producción de un nuevo medicamento. Ya habiendo puesto de
manera audaz y oportuna la flora y la herbolaria de la región como la fuente de
materias y sustancias a investigar, los cient´ficos de IMN debieron de ir
ajustando progresivamente los alcances y ambiciones de sus esfuerzos por
diversos motivos. La muerte prematura y dolorosa de algunos de los principales
actores no dejó de ser un factor. Sin adjetivos ni rimbombancias (que no
estaban en su estilo) Nina nos muestra la eficaz y pragmática actitud que los
sabios del IMN fueron adoptando para ajustarse a las situaciones externas, a
veces extremas. Lo que obtenemos de este estudio es la otra cara de la moneda
de las historias que nos encontramos con más frecuencia, que describen los
eventos políticos y las brutales interrupciones por las turbulencias
revolucionarias, y no las esforzadas continuidades (hasta donde las hubo) y el
trabajo de zapa, de día a día de los técnicos y científicos enfrascados en
labores exigentes. Vale decir aquí que aunque algunos de los personajes que
ocupan sitios en este libro alcanzaron a trasladar sus nombres a ciertas calles
de la ciudad de México, hoy por hoy es por este accidente que la gente sabe sus
nombres, y no por sus méritos verdaderos. La historia de nuestras ciencias está
aún lejos de llegar ya no se diga a una serie de televisión, sino siquiera a
los libros de enseñanza básica y superior. La desmemoria es corrosiva.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX">La historia
de nuestras instituciones científicas ha comenzado a reescribirse alejándose de
la servicial y huera hagiografía. La generación de historiadores a la que Nina
Hinke pertenece, que es todavía hoy la más joven y pujante generación, y que
mucho ha perdido con su ausencia,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>está
en plenas tareas. Para ellos creo que los dos capítulos<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>sustanciales de este libro (el 2 y el 3)
serán ejemplares. Son un ejemplo en cuanto a la aplicación de un método
original de composición histórica. Se trata de la reconstrucción de las
prácticas científicas en dos laboratorios, articulados entre ellos a su vez. El
primero, que se centra en la Sección Primera, dedicadas a la obtención,
identificación y clasificación de las plantas y / o compuestos-drogas con
potencial utilidad, no solo farrmacéutica. El segundo centrado en la extracción
y el análisis de los compuestos químicos presentes en éstas. No le dio tiempo a
Nina de completar el trabajo con otras dos secciones, la de fisiología y la de
clínica, pero con estas dos muestras que tenemos son de lujo. </span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">La cuidada sobriedad
con la que escribe Nina deja traslucir una admiración hacia el trabajo de
campo, de escritorio y de laboratorio. Ella misma, como describe Federico
Fernández, practicó todos ellos. La admiración de Nina por una práctica
tecno-científica bien orquestada, por los procedimientos meticulosos y
complejos capaces de alinear una heterogénea serie de elementos<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>dispersos en una misma, convergente
dirección, y que así se construya un dato, un hecho, una especie, un fármaco,
es en mi opinión encarnada en su propia práctica historiográfica. Guardadas las
distancias de tema y disciplinas, hay sorprendentes paralelismos entre los
trabajos de sus sujetos de atención (los científicos de IMN) y la suya propia.
El recurso de empezar buscando por donde fuese, en el campo en las bibliotecas,
el las colecciones nacionales y extranjeras, datos y objetos para ubicar la
información accesible y construir a partir de ella una base de arranque. El
estar sometido a una<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>simultánea
exigencia interna de reconocer las especificidades de lo local y una externa de
insertar los hallazgos hechos en México tanto en la conciencia local como en el
espacio competido y arduo de los intercambios internacionales, se aplican,
mutando lo pertinente, a la situación de Altamirano y Ramírez en su nicho, y a
la de Nina Hinke, y toda su generación de historiadores, en el suyo. Antes el
botánico-químico-farmacéutico-médico (y eran casi puros varones) veía en
recuperar y hacer valorar la naturaleza y la herbolaria tradicional mexicana en
un ámbito interior olvidadizo e ignorante y uno exterior abusivo y hostil un
reto alto, digno de emprender y capaz de apoyar a la reconstrucción de un país
lastimado. Hoy la historiadora (y son mayoría de mujeres) de la ciencia y la
técnica mexicanas (y no nórdicas en general) ve en recuperar y hacer valorar
los logros, capacidades y tenacidades de nuestro pasado científico y de
insertar esos hallazgos en un ámbito interior olvidadizo e ignorante y uno
exterior despreciativo y ciego, un reto alto, digno de emprender y capaz de
contribuir a la reconstrucción de nuestra dañada autoimagen. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">Ese
espejeo, o juego de sombras si se quiere, no es evidente sino hasta que se
concluye la lectura, tristemente interrumpida, de este trabajo. Terminada la
lectura, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>incluidos los magníficos y
necesarios acompañamientos del prólogo de Federico Fernández (que hermosamente
espacializa y geografiza los hallazgos de Nina) y la introducción de Laura
Cházaro <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>que nos da un lúcido marco de
comprensión de trabajo,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>la mezcla de emociones
es difícil de discernir. La satisfacción de saber y entender, con unas pocas
páginas, mucho más sobre una comunidad excepcional de sabios de un periodo
crucial de nuestra historia, y sus trabajos por institucionalizar nuestras
ciencias. La alegría de que un esfuerzo tan grande y valioso como el de Nina
Hinke haya llegado apuerto seguro. La tristeza, honda, de no tener a Nina aquí
para abrazarla fuertemente.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">Le debemos
mucho a Laura Cházaro. Ha sido una grande y generosa Labor de Amor, la que
emprendió al tomar los papeles de Nina, revisarlos y ordenarlos, poniendo en
juego sus muchos talentos para este oficio nuestro, y luego se avocó a
acompañarlos (empujando quedito o fuerte según la resistencia) hasta su
transformación en este bello libro. Muchas otras gentes también participaron.
Yo sé que Laura tiene su recompensa en el cumplimiento de un compromiso solemne
con su amiga. Pero creo que toca a todos los demás estarle muy, muy
agradecidos.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Tengo en la mente, en esa parte que está
cerquita del corazón, o de plano en él, muchas imágenes de Nina Hinke. Muchas
alegres : su sonrisa optimista y contagiosa de joven mujer buscando apoyo
vocacional antes de decidir brincar hacia de los laboratorios a las
humanidades. Sus graciosos correos y telefonemas desde lejos reportando
hallazgos o coincidencias amistosas. Su regreso a México, con Federico, llena
de nuevas visiones, ideas y optimismo. Sus frecuentes y entusiastas visitas al
Ajusco a vernos pacientemente jugar y a menudo perder al futbol (Federico, su marido, es un
aguerrido defensa central del Sahara, nuestro equipo). Su felicidad total en
presencia de sus dos hijos. Tengo también ahí mismo algunas imágenes tristes de
Nina. No las puedo ni las quiero olvidar. Pero esas para no llorar (más) me las
callo ahora.</span></div>
(Texto leído por CLB e la presentación del libro "El Instituto Médico Nacional" de Nina Hinke en febrero 2012)<span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"><br /></span></span></div>
Carlos López Beltránhttp://www.blogger.com/profile/07762729229280464329noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1588671963833336498.post-62137479517007435312012-08-01T11:03:00.000-07:002012-08-01T11:03:26.796-07:00Cita en el 16eme<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br />
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">Era yo,
viniendo hacia mí, pero de canto</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">En un
ángulo triste e imposible</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">Desde el
fondo del arcano en la penumbra</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">De ese
pasillo astroso parisino</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">Apresurado hacia
aquí hacia nosotros</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">Que
temerosos del encuentro ya escapábamos</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">Sin saber
si era un reflejo o un demonio</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">aglomerado
de mala pus, encabronado</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">Era yo
asiluetado e irascible</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">Menesteroso,
cruel, semiencarnado</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">Pisando
fuerte desde lo oscuro del espanto</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">Era yo
musitando al acercarme</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">Desdentados
reclamos y rencores</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">Como
piedras de dolor en las arterias</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">Envejecido
por la grava y la intemperie</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">El que se
puso a caminar cuando de niño</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">Perdió el
abrazo y la gracia de mi madre.</span></div>
</div>Carlos López Beltránhttp://www.blogger.com/profile/07762729229280464329noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1588671963833336498.post-8013931777356112272012-07-30T23:05:00.001-07:002012-07-30T23:05:45.074-07:00Dísticos en un Museo<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt 106.2pt; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">(para M. desde París)<o:p></o:p></span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<br /></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<span lang="ES-TRAD">…el arte<o:p></o:p></span></div>
<span lang="ES-TRAD">me perturba como amarte<o:p></o:p></span><br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<span lang="ES-TRAD">extranjera<o:p></o:p></span></div>
<span lang="ES-TRAD">es la boca que te invoca<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>la madera<o:p></o:p></span><br />
<span lang="ES-TRAD"></span><br />
<span lang="ES-TRAD">que labrada me conduce en los pasillos<o:p></o:p></span><br />
<span lang="ES-TRAD">barandales pulidos<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>mármoles sin brillo<o:p></o:p></span><br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<span lang="ES-TRAD">por el roce sutil de miles de almas…<o:p></o:p></span></div>
<span lang="ES-TRAD">y recuerdo la calma<o:p></o:p></span><br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<span lang="ES-TRAD">mexicana y tenaz de tu manera<o:p></o:p></span></div>
<span lang="ES-TRAD">de besarme y llevarme a la ladera<o:p></o:p></span><br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<span lang="ES-TRAD">donde mimas tus sueños como pinos<o:p></o:p></span></div>
<span lang="ES-TRAD">diminutos y finos<o:p></o:p></span><br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<span lang="ES-TRAD">donde sólo se cabe si aterido<o:p></o:p></span></div>
<span lang="ES-TRAD">y cuidadoso se pisa como nido<o:p></o:p></span><br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<span lang="ES-TRAD">de futuro<o:p></o:p></span></div>
<span lang="ES-TRAD">mujer este conjuro<o:p></o:p></span><br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<span lang="ES-TRAD">se enreda por la fuerza conque dicen<o:p></o:p></span></div>
<span lang="ES-TRAD">mis ojos atiende los matices<o:p></o:p></span><br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<span lang="ES-TRAD">de los lienzos del siglo diecinueve<o:p></o:p></span></div>
<span lang="ES-TRAD">ahí está algo de la mujer que te conmueve<o:p></o:p></span><br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<span lang="ES-TRAD">algo de ti que titubea como helarte<o:p></o:p></span></div>
<span lang="ES-TRAD">anhelarte<o:p></o:p></span><br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<span lang="ES-TRAD">en palabras tan frágiles<o:p></o:p></span></div>
<span lang="ES-TRAD">que no calcan las imágenes<o:p></o:p></span><br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<span lang="ES-TRAD">y salto por dentro con el ansia<o:p></o:p></span></div>
<span lang="ES-TRAD">que ese cabello negro a la distancia<o:p></o:p></span><br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<span lang="ES-TRAD">indique que tu cuerpo se me acerca<o:p></o:p></span></div>
<span lang="ES-TRAD">mas es terca<o:p></o:p></span><br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<span lang="ES-TRAD">la materia que nos somete sin piedad<o:p></o:p></span></div>
<span lang="ES-TRAD">cada quien en su ciudad<o:p></o:p></span><br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<span lang="ES-TRAD">yo salgo del museo<o:p></o:p></span></div>
<span lang="ES-TRAD">el otoño se pudre<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>merodeo<o:p></o:p></span><br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<span lang="ES-TRAD">por un parque sin luz que<o:p></o:p></span></div>
<span lang="ES-TRAD">me conduce<o:p></o:p></span><br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<span lang="ES-TRAD">sobre mierda pesada y sin pesar<o:p></o:p></span></div>
<span lang="ES-TRAD">llorando hasta el bulevar<o:p></o:p></span><br />
</div>Carlos López Beltránhttp://www.blogger.com/profile/07762729229280464329noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1588671963833336498.post-78727613932732291382012-07-24T07:49:00.000-07:002012-07-24T07:49:09.855-07:00Radiolario de luz<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
Las puntas<br />
irisadas<br />
de una granada<br />
opuntia<br />
estrella de<br />
sinapsis<br />
(116)<br />
estalla<br />
la diminuta<br />
muerte<br />
piel de un<br />
latido<br />
bocanada<br />
de heridas<br />
suspensivas<br />
</div>Carlos López Beltránhttp://www.blogger.com/profile/07762729229280464329noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1588671963833336498.post-88308782986712067112012-04-28T16:50:00.000-07:002012-04-28T16:52:46.955-07:00<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<a href="http://plataformaiceberg.com/tensionsuperficial.html">Tensión Superficial / en Iceberg</a></div>Carlos López Beltránhttp://www.blogger.com/profile/07762729229280464329noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1588671963833336498.post-64954323728259796332011-12-02T12:50:00.000-08:002011-12-02T12:52:20.010-08:00Mirador<!--[if gte mso 9]><xml> <w:worddocument> <w:view>Normal</w:View> <w:zoom>0</w:Zoom> <w:hyphenationzone>21</w:HyphenationZone> <w:punctuationkerning/> <w:validateagainstschemas/> <w:saveifxmlinvalid>false</w:SaveIfXMLInvalid> <w:ignoremixedcontent>false</w:IgnoreMixedContent> <w:alwaysshowplaceholdertext>false</w:AlwaysShowPlaceholderText> <w:compatibility> <w:breakwrappedtables/> <w:snaptogridincell/> <w:wraptextwithpunct/> <w:useasianbreakrules/> <w:dontgrowautofit/> </w:Compatibility> <w:browserlevel>MicrosoftInternetExplorer4</w:BrowserLevel> </w:WordDocument> </xml><![endif]--><!--[if gte mso 9]><xml> <w:latentstyles deflockedstate="false" latentstylecount="156"> </w:LatentStyles> </xml><![endif]--><!--[if gte mso 10]> <style> /* Style Definitions */ table.MsoNormalTable {mso-style-name:"Tabla normal"; mso-tstyle-rowband-size:0; mso-tstyle-colband-size:0; mso-style-noshow:yes; mso-style-parent:""; mso-padding-alt:0cm 5.4pt 0cm 5.4pt; mso-para-margin:0cm; mso-para-margin-bottom:.0001pt; mso-pagination:widow-orphan; font-size:10.0pt; font-family:"Times New Roman"; mso-ansi-language:#0400; mso-fareast-language:#0400; mso-bidi-language:#0400;} </style> <![endif]--> <p class="MsoNormal"><span style="mso-ansi-language:ES-MX" lang="ES-MX"> </span></p> <p class="MsoNormal"><span style="mso-ansi-language:ES-MX" lang="ES-MX">Las gentes vienen y se van de mí.</span></p> <p class="MsoNormal"><span style="mso-ansi-language:ES-MX" lang="ES-MX">Los miro acercarse, hablarme, pedirme, </span></p> <p class="MsoNormal"><span style="mso-ansi-language:ES-MX" lang="ES-MX">darme, rozarme, herirme, acariciarme.</span></p> <p class="MsoNormal"><span style="mso-ansi-language:ES-MX" lang="ES-MX">Los veo alejarse llevándose palabras que olvidan.</span></p> <p class="MsoNormal"><span style="mso-ansi-language:ES-MX" lang="ES-MX">Dejando ásperos lazos de emoción y listones de risa.</span></p> <p class="MsoNormal"><span style="mso-ansi-language:ES-MX" lang="ES-MX">Dejando incontrolables ciclos de recuerdos, </span></p> <p class="MsoNormal"><span style="mso-ansi-language:ES-MX" lang="ES-MX">loops en el video sísifo sin fin de mis insomnios.</span></p> <p class="MsoNormal"><span style="mso-ansi-language:ES-MX" lang="ES-MX"> </span></p> <p class="MsoNormal"><span style="mso-ansi-language:ES-MX" lang="ES-MX">Por eso vine hasta esta torre, hasta este mirador,</span></p> <p class="MsoNormal"><span style="mso-ansi-language:ES-MX" lang="ES-MX">en este gran cruce de caminos. A ver gente</span></p> <p class="MsoNormal"><span style="mso-ansi-language:ES-MX" lang="ES-MX">acercarse y alejarse . A leer</span></p> <p class="MsoNormal"><span style="mso-ansi-language:ES-MX" lang="ES-MX">en sus rostros vidas e intenciones.</span></p> <p class="MsoNormal"><span style="mso-ansi-language:ES-MX" lang="ES-MX">A imaginarme su colega, su amigo,</span></p> <p class="MsoNormal"><span style="mso-ansi-language:ES-MX" lang="ES-MX">su hermano, su rival… Ahora se acercan</span></p> <p class="MsoNormal"><span style="mso-ansi-language:ES-MX" lang="ES-MX">y alejan sin herirme, sin rasgar<span style="mso-spacerun:yes"> </span></span></p> <p class="MsoNormal"><span style="mso-ansi-language:ES-MX" lang="ES-MX">con sus aromas mi renqueante memoria, </span></p> <p class="MsoNormal"><span style="mso-ansi-language:ES-MX" lang="ES-MX">sin acabar con mi resto. </span></p>Carlos López Beltránhttp://www.blogger.com/profile/07762729229280464329noreply@blogger.com0