Ningún placer salvo borrar el hambre con una goma suave que erradica los rasponcitos que la ausencia dilatada de algunos radicales sembró en los intestinos.
Ninguna ebullición, disparo, eferverscencia; sólo difuminada homeopatía, arrastre mecánico de labios fantasmales.
Una limpia casi espiritual del inconforme tracto.
Como el sexo terapéutico que anuncian en Ginebra.
Como la inconsciencia del sueño olvidado.
Como la avispa áspera de la comezón que un agua tibia alacia, no lava.
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