En los breves minutos
en que tu amargura se ausenta
y quizá sin quererlo me liberas
de ser este enfermero roto
recupera la luz su vibración de alborada.
El hoyuelo olvidadizo de tu mejilla
responde raudo a una alquimia lúdica
que nos aleja de aquí
o que nos deja aquí
pero nos saca de ahora.
En tus ojos hay haces azules
que dicen lo que callas;
que estuvo bien vivir,
que tanto imbécil dolor poco ya importa.
De otro lado nos llegan
esos breves minutos
y allá mismo se van
ya sin nosotros.