viernes, 10 de junio de 2011

Vórtice

Han vuelto a mezclarse de mañana

las aguas que durante la cena dividimos

al rellenar las copas de licor.

Hemos dormido juntos tú y yo.

En pocas horas de socavones y grutas

(entre la lengua y la uretra) maduraron,

envejecieron siglos.

Por nuestros órganos porosos recogieron

a ciegas grumos y terneza, crémor y ponzoña

entre las flemas oliváceas de nuestra desazón.


Han vuelto a encontrarse de mañana

los cuerpos lacios que el sopor separó.

Hemos dormido muy lejos tú y yo.

Cada quien su marasmo y su depuración.

Al rozarnos de nuevo hemos abierto

una babel tartamuda de aversión y torpeza.

Pero en el agua añeja que se enrosca y se hunde

se entremezcla otra vez la aleve limadura

de los imanes que nos aliaron por la noche

y vuelven a danzar ya sublimados nuestros cuerpos.

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