Era yo,
viniendo hacia mí, pero de canto
En un
ángulo triste e imposible
Desde el
fondo del arcano en la penumbra
De ese
pasillo astroso parisino
Apresurado hacia
aquí hacia nosotros
Que
temerosos del encuentro ya escapábamos
Sin saber
si era un reflejo o un demonio
aglomerado
de mala pus, encabronado
Era yo
asiluetado e irascible
Menesteroso,
cruel, semiencarnado
Pisando
fuerte desde lo oscuro del espanto
Era yo
musitando al acercarme
Desdentados
reclamos y rencores
Como
piedras de dolor en las arterias
Envejecido
por la grava y la intemperie
El que se
puso a caminar cuando de niño
Perdió el
abrazo y la gracia de mi madre.
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