Me tortura
esta mujer madura
con un puño apoyado en la curvatura
de su cóccix. Ella que deja dura,
desde su artera altura,
crecer en mi cortejo la pastura
que aminora tal vez su amargura
de ya no ser la que fue y acaso cura
su tedio. Ella de cruel cintura
conmueve, ay, mi impura
vena de cazador, de dentadura,
y orquesta la seducción, sutil arquitectura,
con el arco de sus nalgas, partitura
que me impone ocultar la panza, disimular la tonsura,
temer en la media edad el desdén que tritura:
tentación quemadura.