Una mitad de mí se ha suicidado.
Otra mitad de mí cabizbaja la mira
incrédula de sentir sangre fría a su lado.
Una mitad de esa mitad se arrepiente, se tira
al drama de pensar que pudo haberlo evitado.
Calla un buen cuarto en mí, vigila a la muerta: la admira.
Y el otro cuarto le grita con el rencor desatado:
“Mustia, mosca muerta, barril de pus, vampira”
¡Mis pedazos no median! Me he embalado:
Soy un desguace incivil que odio transpira.
Un pandemonio de trozos aterrado
que ve su carne y su alma herirse en ira.
Una mitad de mí se murió por su lado
y ganó la partida… Expira
mi tiempo en el diván. Me voy volado.
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