También padre necesita dormir.
Está cansado y ya los párpados le pesan
de haber acumulado gravedades.
Trozos preñados de mundo
le nublan la circulación.
Es la dilatada sobremesa del domingo,
cuando mamá ya recogió los platos,
el café ya se enfrió y las voces
lejanas y agudas de los niños
llenan las pausas de la conversación.
La mano monótona de padre palmea
y rueda unas migajas y sus párpados ceden.
Quien tiene la palabra finge no percatarse
hasta que es inevitable el silencio.
También papá necesita dormir.
El silencio atento de sus hijos.
El barullo de sus nietos. La premonición
de otro sueño y otros silencios,
lo envuelven como una manta de pasmo
y susto durante su cabeceada.
Dos o cuatro minutos... hasta que
padre retoma el latido de su mente atenuada,
y tras de un instante de nervio y desconcierto
reconoce la escena, siente la tibieza de la cobija
y olvida la terrible pregunta.
Sus párpados ya aligerados por el pisto
se entornan antes de que nos sacuda
con el siguiente oráculo...
También los héroes se cansan de vivir.
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1 comentario:
qué maravilla! qué suerte he tenido en este hallazgo impensado! Tu escritura hace bien.
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