Para estar unas
horas con sus pequeños hijos,
Toma la carretera
muy de noche, extenuado.
Los desvelos en
la obra hacen su travesura
Y en una negra
curva se vuelca a la cuneta.
De las sombras
emerge un escuadrón de niños.
Sincronizados,
raudos, se adueñan del siniestro.
Uno entra a la
cajuela. Otro entra a la cabina.
Mientras dos más
se ocupan del conductor noqueado.
Por asfixia
rematan lo que el choque hizo a medias.
En diez minutos
cortos vuelven a la penumbra.
Llegando a casa
entregan el botín a un adulto.
Portafolio, laptop,
reloj, cartera, gafas.
Sólo guardan para
ellos los pequeños retratos
De tres niños sonrientes y su madre burguesa.
A partir de
mañana los harán personajes
De la historia de
hechizos que ilumina sus días.
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