Ella mira su rostro inquisitivo
Iluminado por un sol oblicuo.
Él se acerca a milímetros del vidrio
--escurrido, opaco-- y se evapora.
Ella sembrada en el cristal, en la tiniebla.
Él nadando en la luz de la mañana.
Ella cimbrada pero inmóvil y aterida.
Él inquieto y reculando sorprendido
Ella ya condenada a recordar estos segundos.
Él a olvidarlo todo.
Ella ya no distingue día y noche.
Él ya se expande hasta ocupar todo el vacío.
Ella queda silueta, brillo, pensamiento,
Y cuando sueña sueña con los rasgos
Inquisitivos, limpios, de aquel rostro.
Él.
jueves, 28 de octubre de 2010
Un cuento de no acabar
Hay dos gemelos en el café.
Uno le lee la palma al otro.
Están vestidos muy diferente.
El de etiqueta le dice al de morral
-Nos urge cambiar de vida.
Un mes después otra vez; dos
gemelos en el café. El triste
lee la mano del alegre.
-Nos urge cambiar de vida.
Y así sucesivamente...
Uno le lee la palma al otro.
Están vestidos muy diferente.
El de etiqueta le dice al de morral
-Nos urge cambiar de vida.
Un mes después otra vez; dos
gemelos en el café. El triste
lee la mano del alegre.
-Nos urge cambiar de vida.
Y así sucesivamente...
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