jueves, 7 de febrero de 2008

horqueta

Tenemos cada uno nuestra perfecta horqueta de lecherillo. La más añosa es la de Temo, larga y sombría por la pátina de cebo de los años. Fue de su abuelo, dice, y ha cobrado varios cientos de iguanas. La de Martín la terminamos apenas ayer. Arturo descubrió la mata en un baldío selvoso atrás del aeropuerto. Le tocaba a Martín pues la suya fue robada por los del playón sur en nuestra última escaramuza. Dedicamos dos días a la nueva resortera. Cortar la horqueta, secarla, pulirla, curarla. Caminar al mercado para hacernos de las ligas y cueros. Calibrarla. Martín es nuestro mejor tirador y su arma debe ser impecable. Tiene el ojo más fino para sentir la forma de la iguana.

bípedo


extraterrestre
teterete
ancas de
coge y vete

camaleón

cicatriz en el muro del jardín
epidermis anómala sobre la tez oscura del tepetate
hierático relieve que oscila
como una ese entre sombra y grumo
entre forma y fondo
entre comba y cuenco...
eterna raspadura